El Dr. Steven Wilhelm, profesor en el Departamento de Microbiología de la Universidad de Tennessee, y Shawn Campagna, profesor asociado de Química también en Tennessee, se asociaron con Nathan Schmidt, profesor asistente de microbiología e inmunología en la Universidad de Louisville, para examinar el microbioma intestinal de los ratones.
Estos expertos descubrieron que la severidad de la malaria no es sólo una función del parásito o el huésped, sino que también se ve influida por los microbios en el organismo infectado. La investigación podría algún día ayudar a los científicos a desarrollar nuevos tratamientos para la malaria en los seres humanos.
“Desafortunadamente, todavía estamos a años de distancia de una vacuna eficaz y fácil de administrar de la malaria y la resistencia a los medicamentos es una preocupación cada vez mayor”, dijo Schmidt. Wilhelm añadió: “La investigación proporciona una potencial nueva vía para investigar los factores que controlan la severidad de la malaria. Con un millón de personas que mueren cada año, muchos de ellos niños pequeños, cualquier enfoque que pueda salvar incluso unas pocas vidas vale la pena seguirlo”.
Durante el estudio, el equipo encontró que ratones genéticamente similares mostraron diferencias significativas en la patología después de la infección de malaria. Los investigadores midieron el microbioma intestinal de los ratones –a través de la secuenciación del ADN de las bacterias en el tracto digestivo– y observaron diferencias significativas dentro de las distintas poblaciones.
Schmidt transfirió directamente el microbioma intestinal de otros ratones y fue capaz de demostrar que las diferencias en la gravedad de la enfermedad se traspasaron. Los autores observaron un aumento de la abundancia de bacterias comunes en el yogur en los roedores que exhibían una menor patología de la malaria y cuando alimentaron a los ratones con un yogur que contenía esas bacterias, la severidad de la malaria disminuyó.
“Estos resultados demuestran la posibilidad de modificar el microbioma intestinal para prevenir la malaria severa”, resalta Schmidt. Wilhelm observó que mientras que las intervenciones de investigación reducen la severidad de la malaria en ratones, no la impidió ni la curó, por lo que todavía se está muy lejos de perfeccionar tratamientos similares en humanos, pero están trabajando para entender el mecanismo.
“Una manera de ayudar a las personas que están infectadas –y sobre todo una manera simple y barata, ya que gran parte de la infección se produce en el mundo en desarrollo– sería un gran servicio a la sociedad”, concluyó Wilhelm.
Fuente: REC