Los eosinófilos son leucocitos multifuncionales, constituyentes normales del tracto gastrointestinal, excepto cuando están presentes en el epitelio escamoso del esófago.
Los eosinófilos homeostáticos residen principalmente en la lámina propia del intestino delgado y protegen contra los parásitos y las bacterias patógenas. Estas células son selectivas en su respuesta a los parásitos, permitiendo que algunos residan en la mucosa, regulando así el microbioma intestinal y participando en la homeostasis tisular.
Los eosinófilos también modulan la respuesta inmunológica, a través de la secreción de citocinas que pueden activar las células dendríticas e inducir el cambio de clase IgA en las células B. En su papel homeostático, los eosinófilos se distribuyen en forma uniforme y escasa dentro de la lámina propia y no forman racimos ni sufren desgranulaciones.
En el intestino delgado, los eosinófilos mantienen las concentraciones de IgA, mediante factores secretores que prolongan la supervivencia de las células plasmáticas secretoras de IgA, e inducen la producción de IgA secretora.
Esta inmunoglobulina es una defensa de primera línea importante en la mucosa, al prevenir la invasión de microorganismos patógenos cubriéndolos con una envoltura hidrófila que es repelida por el epitelio mucoso, permitiendo así la expulsión.
Tanto la eosinofilia tisular como la periférica se conoce desde hace mucho tiempo como evidencia de la invasión de parásitos, y como todo patólogo sabe, cuando los eosinófilos predominan en la mucosa gastrointestinal, es bueno tener en cuenta el principio de “ver eosinófilos, pensar en parásitos“.
Su presencia excesiva no es beneficiosa, como en el asma y los trastornos gastrointestinales eosinofílicos, en los que el reclutamiento de eosinófilos es inducido por patógenos o alérgenos, provocando daño epitelial.
En el asma, los fenotipos de las diferentes enfermedades son claros, y la manifestación de la enfermedad no depende únicamente de una relación directa con el número de eosinófilos, sino también de la interacción entre la predisposición genética y el microbioma.
Esta interacción se conoce menos en los trastornos eosinofílicos del aparato gastrointestinal, con excepción de la esofagitis eosinofílica, caracterizada por la eosinofilia en la mucosa escamosa, en la cual se ha comprobado que existe una interacción similar entre la genética, el microbioma y los alérgenos (particularmente alimentarios).
Los trastornos eosinófilos primarios incluyen la esofagitis, la gastroenteritis y la colitis eosinofílicas. La afectación gastrointestinal también puede observarse en el síndrome hipereosinofìlico.
La causas secundarias de eosinofilia gastrointestinal son numerosas, incluyendo la hipersensibilidad a los alimentos, las reacciones medicamentosas, la infestación parasitaria y los tumores malignos, siendo más comunes que las enfermedades eosinofílicas primarias.
Otras enfermedades gastrointestinales también se caracterizan por un mayor número de eosinófilos, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico y la enfermedad inflamatoria intestinal.
Clasificación de los trastornos gastrointestinales asociados a eosinófilos
Enfermedades eosinofílicas primarias.
• Esofagitis eosinofílica
• Gastroenteritis eosinofílica
• Colitis eosinofílica
• Síndrome hipereosinofílico con compromiso gastrointestinal.
Infiltración eosinofílica secundaria en enfermedad.
• Infección: p. Ej., Infección parasitaria o por Helicobacter pylori
• Hipersensibilidad a los alimentos o fármacos.
• Neoplasia
• Enfermedades del tejido conectivo.
• Vasculitis
Enfermedades gastrointestinales asociadas con aumento de eosinófilos
• Dispepsia funcional.
• Síndrome del intestino irritable sin constipación
• Espiroquetosis colónica
• Enfermedad por reflujo gastroesofágico.
• Enfermedad celíaca
• Enfermedades inflamatorias del intestino, incluida la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa
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Fuente: IntraMed