Paso a paso: cómo la sangre de sobrevivientes del COVID-19 podría salvar a las personas contagiadas

Cuando los pacientes se recuperan de una infección viral producen proteínas que combaten a ese mismo virus

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La sangre de los sobrevivientes al COVID-19 podría ser la cura para tratar a quienes están enfermos de este virus.

Científicos alrededor del mundo analizan si pruebas de anticuerpos y terapias con el plasma de la sangre de los recuperados pudieran ser el método para combatir el virus en nuevos contagios.

“Se basa en el mismo principio de, si se tiene un anticuerpo protector, la transferencia pasiva podría proporcionar no solo una protección profiláctica, sino también un tratamiento”, explica sobre el procedimiento el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.

De acuerdo con investigaciones compiladas por Wall Street Journal, cuando las personas se recuperan de una infección viral producen proteínas que combaten a ese mismo virus, conocidas como anticuerpos. Estos circulan en la sangre del paciente y lo protegen contra futuras infecciones.

Cuando se encuentran anticuerpos en la sangre, significa que la persona analizada estuvo contagiada y que ahora cuenta con defensas moleculares para combatir el virus que le enfermó, proceso conocido como inmunidad.

En teoría, los doctores podrían transferir esos anticuerpos a los contagiados del mismo virus, a fin de que dichas proteínas ayuden en su cura.

Se trata de una terapia que ya ha sido probada antes, en otras crisis sanitarias.

Precisamente, Arturo Casadevall, profesor de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, asegura que este proceso “fue usado en la epidemia de gripe de 1918, así como en muchos brotes de paperas, poliomielitis y sarampión a principios del siglo XX, y se usó también recientemente en la epidemia de SARS de 2003”.

Este tratamiento, conocido como terapia de plasma convaleciente, está ganando terreno en un escenario en el que aún no se tienen otras alternativas para tratar el COVID-19.

Aunque la seguridad y eficacia de este procedimiento no han sido establecidas a través de ensayos clínicos -el mayor de los estándares-, hay pruebas preliminares realizadas en China que muestran resultados alentadores.

De igual manera, en marzo la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por su siglas en inglés) empezó a permitir que los médicos trataran a algunos pacientes con el plasma de sangre de los que se han recuperado del nuevo coronavirus.

El Mount Sinai de Nueva York es uno de los hospitales que ya prueba el plasma convaleciente en pacientes con COVID-19 que resultan aptos para el procedimiento.

¿Cómo se realiza la terapia de plasma convaleciente?

Primero, se realiza una encuesta a las personas que se han recuperado del COVID-19 y que están interesadas en donar plasma. Después, siguiendo los parámetros de la FDA, los médicos someten a los potenciales donantes a dos pruebas.

La primera es un diagnóstico para asegurarse de que ya no son portadores del nuevo coronavirus. La segunda es una prueba que busca anticuerpos en el plasma sanguíneo a fin de asegurarse de que se producen los anticuerpos suficientes para combatir al virus.

En el Mount Sinai se desarrolló una prueba de anticuerpos a partir del código genético del virus.

Los científicos de ese hospital producen en masa una proteína que obtienen de la superficie del coronavirus. Luego toman platos especiales con docenas de pozos pequeños y cubren el fondo de cada uno con las proteínas sintéticas realizadas. Después, colocan el plasma del donante en cada pocillo. Si hay anticuerpos, estos reconocen la proteína viral y se le unen.

Posteriormente, los especialistas agregan una proteína adicional que se ilumina cuando reconoce la combinación de la proteína viral sintética con el anticuerpo del coronavirus. Los científicos realizan esta prueba en diferentes concentraciones de la misma muestra hasta que la proteína adicional deje de encenderse. Entre más tarde en dejar de iluminarse, significa que el plasma tiene mayor cantidad de anticuerpos, lo que lo hace más idóneo para la terapia.

Si el donante supera satisfactoriamente ambas pruebas, es enviado al Centro de Sangre de Nueva York, donde puede proporcionar el plasma para este tratamiento.

No obstante, antes de ser suministrados a los pacientes con COVID-19, los científicos se aseguran que la muestra donada no tenga otros virus, como VIH o hepatitis, y que los tipos de sangre coincidan. Estimaciones preliminares arrojan que una donación alcanza para atender a dos personas, aproximadamente.

Hasta el momento, el hospital Mount Sinai ha tratado a más de 30 pacientes con esta terapia, cuya administración requiere de la autorización de la FDA.

Y, ¿cómo saber que los pacientes se recuperan precisamente debido a este tratamiento?

El Dr. David L. Reich, Presidente del Hospital Mount Sinai, explica que cuentan con un equipo de bioestadísticos que modelan los factores del tratamientos de los pacientes a quienes se les suministra el plasma de sangre, tales como la duración de la estadía en el hospital, los días en cuidados intensivos, la necesidad de un ventilador, así como la mortalidad o supervivencia.

Es importante aclarar que este procedimiento no está exento de riesgos. Los efectos secundarios a las transfusión del plasma van desde fiebre y reacciones alérgicas hasta lesiones pulmonares.

A pesar de que algunas pruebas con anticuerpos desarrolladas en otros países se han puesto en duda por no ser muy precisas, los científicos son optimistas respecto a que la terapia con plasma podría ayudar a los pacientes con COVID-19 a recuperarse más rápido, y que incluso podría dar pistas de cuán mortal es realmente el nuevo coronavirus.

Fuente: Infobae