América Latina y el Caribe: Es vital ampliar drásticamente la cobertura de pruebas de detección de la COVID-19

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El éxito de una respuesta eficaz en los países de América Latina y el Caribe para contener la pandemia de COVID-19 depende de una ampliación colosal de la cobertura de pruebas, a fin de identificar e interrumpir las cadenas de contagio. Esta ampliación debe realizarse incluso a niveles superiores a los efectuados en los países industrializados, dadas las características de la región. Sin el acompañamiento de estrategias agresivas de detección y rastreo de casos de COVID-19, las medidas de aislamiento serán poco efectivas y necesitarán ser prolongadas.

Por esta razón, más de 200 miembros de la comunidad académica y de investigación en Demografía y Salud de la Población solicitaron con urgencia a los gobiernos de América Latina y el Caribe e instancias internacionales, incluyendo la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), llevar a cabo acciones inmediatas para incrementar significativamente la cobertura de pruebas de Detección de la COVID-19 y las estrategias de rastreo de contagio en los países de la región.

La pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe

Los primeros casos de COVID-19 en países de América Latina y el Caribe fueron identificados a fines de febrero, dos meses después que en China y un mes después que en Europa. Actualmente, se reportan cinco veces menos casos confirmados y muertes en comparación con los países asiáticos y europeos. Sin embargo, las tasas de crecimiento de casos reportados son mayores que las observadas en países en donde el contagio se encuentra en estados más avanzados. Todo esto en un contexto de mayores desafíos, dado el estado de salud de la población, la precaria infraestructura de atención sanitaria, y las condiciones socioeconómicas y de vivienda. Estas condiciones pueden exacerbar de manera dramática las consecuencias de la pandemia de COVID-19 en términos de número de infectados, muertes por el virus, colapso general del sistema de salud y condiciones de bienestar.

Tabla 3. Países de América Latina y el Caribe con mayores y menores tasas de testeos para detección de COVID-19 cada millón de habitantes. Año 2020, hasta el 17 de abril de 2020, 19:17 horas. Fuente: Worldometer.

Hoy hay fuertes indicios de una importante subestimación de casos en los países de América Latina y el Caribe. Esta situación hace imposible tener una idea precisa del avance del contagio. A pesar de que no disponemos de información acerca de la cobertura de pruebas de detección de la COVID-19 en todos los países de la región, el caso de Bolivia y México es ilustrativo. Ambos países reportan la menor cobertura de pruebas y reportan la menor cantidad de casos per cápita. Esto indica una subestimación de gran magnitud en la identificación de casos. Lo anterior se traduce en una menor disponibilidad de información que es indispensable para la regulación de medidas de contención de forma efectiva, eficiente y proporcional al panorama real de contagio del virus en cada país.

Situaciones agravantes en la región

Ahora bien, en los países de América Latina y el Caribe se identifican al menos cuatro factores agravantes de la pandemia:

  1. Prevalencia de enfermedades crónicas que aumentan el riesgo de muerte por COVID-19. Las enfermedades crónicas preexistentes, como las respiratorias, las afectaciones de las arterias coronarias, la hipertensión y la diabetes, aumentan hasta 10 veces el riesgo de deceso por COVID-19. Dado que varios países de América Latina y el Caribe presentan alta prevalencia de enfermedades crónicas, no solo los adultos mayores tendrán un riesgo elevado de complicaciones críticas y deceso. A diferencia de la población europea, la de América Latina y el Caribe cuenta con una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Por ejemplo, en la actualidad la región presenta la mayor epidemia de dengue registrada en su historia. Así las cosas, aunque América Latina y el Caribe cuente con una población más joven que la de los países europeos, este atenuante es contrarrestado por el alto grado de comorbilidad en la población. Por estas razones es importante la identificación y aislamiento de personas con COVID-19 para interrumpir las cadenas de contagio, especialmente protegiendo la población más vulnerable. En esta estrategia la disponibilidad de pruebas es fundamental.
  2. Carencias en la infraestructura de atención en salud. Uno de los principales agravantes de la actual pandemia es la saturación de los sistemas de salud. España e Italia ya se han visto en la necesidad de dictar protocolos para priorizar el tratamiento de unos pacientes sobre otros, dada las limitaciones en infraestructura, equipos y personal médico. Una situación que se da en dos países europeos que cuentan con 2,97 y 3,18 camas de hospital cada 1.000 habitantes, respectivamente. En los países de América Latina y el Caribe, por su parte, el indicador promedio es inferior a 2 camas de hospital cada 1.000 habitantes, lo cual causaría una saturación más rápida y crítica del sistema de salud. El panorama se agudiza en zonas rurales o de frontera y para poblaciones migrantes, refugiadas o desplazadas, las cuales viven en contextos de vulnerabilidad. Por estas razones es importante monitorear la velocidad de contagio de la COVID-19 para informar estrategias que eviten la saturación del sistema de salud. La forma más efectiva de hacer este monitoreo es aumentando la capacidad de pruebas en la región.
  3. Condiciones socioeconómicas limitadas para el confinamiento de la población. Un componente esencial de la estrategia para la contención de la epidemia de COVID-19 es la implementación de medidas estrictas de distanciamiento y confinamiento físico. Algunos países de la región ya las han adoptado apropiadamente. Sin embargo, dadas las condiciones socioeconómicas de la región, estas medidas tienen una capacidad limitada de sostenimiento en el tiempo, pues cerca de la mitad de la fuerza de trabajo es informal y no se cuenta con suficientes políticas de protección laboral dentro del sector formal. Esto se raduce en que un gran porcentaje de la población no cuenta con los recursos suficientes para suspender su actividad económica por un periodo prolongado. Las personas en situación económica más precaria se verán obligadas a exponerse a mayores riesgos de infección iniciando nuevas cadenas de contagio. Adicionalmente, las precarias condiciones de vivienda de una proporción importante de personas en la región, como los altos grados de hacinamiento y la deficiente salubridad, imponen adicionales desafíos de salud y convivencia en relación con las medidas estrictas de confinamiento. Por estas razones es importante contar con sistemas de monitoreo que permitan regular las medidas de contención de forma eficiente. Para hacerlo se necesitarán más pruebas de detección del virus.
  4. Estructuras familiares que aumentan el riesgo de contagio a las edades de mayor vulnerabilidad. En los países donde se han realizado pruebas de diagnóstico con mayor cobertura y desde la etapa primaria de la pandemia, como son los casos de Alemania, Canadá y Corea del Sur, se ha identificado que las mayores tasas de infección inicial se dan entre jóvenes y adultos, quienes tienen una mayor movilidad internacional. En España e Italia, se considera que el mayor grado de contagio en adultos mayores, quienes son la población más vulnerable, ha sido el resultado del alto grado de cohabitación intergeneracional. En comparación con estos países europeos, en América Latina y el Caribe las familias son más extensas y la cohabitación de jóvenes y adultos mayores es aún superior, lo cual incrementa aún más el riesgo de contagio en las edades más vulnerables. Por estas razones es importante contar con pruebas para la identificación de casos asintomáticos que eviten el contagio hacia las personas más vulnerables.

¿Qué se puede hacer?

Toda estrategia que se adopte para la contención o mitigación de la pandemia de COVID-19 en los países de América Latina y el Caribe debe estar acompañada de una ampliación considerable de la cobertura de pruebas, con el fin de identificar las personas infectadas, interrumpir las cadenas de contagio y monitorear posibles brotes.

Existe evidencia de que la contención efectiva de la transmisión del virus en Singapur y Corea del Sur se debió a la aplicación masiva de pruebas para detectar infecciones, acompañado de las medidas drásticas de distanciamiento físico. Gracias a esto, se logró rastrear y aislar a las personas infectadas, lo que interrumpió las cadenas de contagio y disminuyó considerablemente las tasas de mortalidad. Sólo después de esto, pudieron flexibilizarse las medidas de confinamiento físico. Sin el acompañamiento de estrategias agresivas de detección de casos de COVID-19, no habrá información disponible para regular eficazmente las estrategias de aislamiento.

Mientras que Singapur y Corea del Sur han llevado a cabo más de 7.000 pruebas cada millón de habitantes, en los países de América Latina y el Caribe donde se dispone de información, el promedio se encuentra en 512 pruebas cada millón de habitantes.

Si bien es cierto que dicha estrategia demanda altos costos económicos iniciales, los beneficios obtenidos implicarán menores tasas de mortalidad, menores secuelas de salud física y mental y un menor empobrecimiento de la población en el largo plazo.

Esto sin contar con la reducción sustancial del riesgo de nuevos brotes y la consecuente flexibilización gradual de confinamientos que serán, cada vez, de más difícil aplicación. Cualquiera que sea la estrategia que adopten los gobiernos para contener o mitigar el avance de la pandemia, ésta debe ser acompañada de un estricto monitoreo de los niveles de contagio de COVID-19 a partir de pruebas de detección del virus.

Por las razones expuestas, se urge a los gobiernos de los países de América Latina y el Caribe e instancias internacionales, incluyendo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se lleven a cabo acciones inmediatas para ampliar drásticamente la cobertura de pruebas de detección de la COVID-19 en la Región.

El correcto diagnóstico de la situación permitirá no sólo atender a los pacientes que requieran acceso a los servicios de salud y salvar vidas, sino planear y proyectar con mayor precisión el impacto que tendrá la pandemia en el bienestar de la sociedad y las economías y así, generar políticas públicas adecuadas para mitigar estos efectos.

Fuente: REC

Foto: Clay Banks on Unsplash