¿Cuál será la mejor estrategia para distribuir la vacuna contra la COVID-19 entre la población mundial?

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El día en que el mundo logre la vacuna contra la COVID-19 parece lejano aún, pero los expertos ya se plantean cuál será la mejor estrategia para distribuirla entre toda la población mundial.

La estrategia de sentido común es comenzar con los trabajadores de la salud y las poblaciones de alto riesgo, como los mayores de 65 años y aquellas personas con comorbilidades.

Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sugerido que los países reciban dosis de vacunas proporcionales a sus poblaciones.

Pero un trabajo elaborado por expertos de varios países, asegura que ninguno de los dos planes sería el más eficiente para reducir las muertes prematuras y otras consecuencias irreversibles de la pandemia.

Se llama “modelo de prioridad justa” y está basado en tres premisas: beneficiar a las personas y limitar los daños, dar prioridad a los desfavorecidos, y procurar la misma preocupación moral a todos los individuos.

El objetivo es mitigar las muertes y las secuelas en los pacientes, pero también las consecuencias indirectas para la salud (como la tensión y el estrés del sistema sanitario) y para la economía.

Críticas a la OMS

El plan de la OMS consiste en garantizar que 3% de la población de cada país sea vacunado y continuar con la asignación proporcional hasta que cada país haya inmunizado a 20% de sus habitantes.

La idea de distribuir las vacunas por población parece ser una estrategia equitativa, pero su-pone erróneamente que la igualdad requiere tratar de manera idéntica a países situados en diferentes lugares.

Población de riesgo, tampoco

Los autores también se oponen a dar prioridad a los países en función del número de trabajadores sanitarios, la población mayor de 65 años y el número de personas con comorbilidades.

Inmunizar preferentemente a los trabajadores de la salud, que ya tienen acceso a equipos de protección personal y otros métodos avanzados de prevención de enfermedades infecciosas, probablemente no reduciría sustancialmente el daño.

Inmunizar a los adultos mayores tampoco reduciría la propagación del virus o minimizaría las muertes. Además, los países de ingresos bajos y medios tienen menos residentes de edad avanzada y trabajadores de la salud per cápita que los estados más enriquecidos.

Así, se acabaría administrando muchas vacunas a los países ricos, lo que no es el objetivo de una distribución justa y equitativa.

Tres etapas

El “modelo de prioridad justa” se divide en tres etapas:

  • Primera etapa: Se vacuna para prevenir las muertes, en especial, las que ocurrirían de forma prematura entre la población de menos edad.
  • Segunda etapa: Las vacunas se distribuyen según parámetros que capten cómo esta intervención médica ayudaría a los países a mejorar su economía en crisis y a salir de la pobreza.
  • Tercera etapa: Se da prioridad a los países con tasas de transmisión más elevadas.
    Todos los países deberían recibir suficientes vacunas para detener la transmisión, lo cual requiere que entre 60 y 70% de la población sea inmune.

Los países ricos, primero

Por el momento, las noticias indican que la distribución de vacunas está lejos de seguir cualquiera de estas tres estrategias.

Aunque la industria farmacéutica asegura que habrá dosis para todos, lo cierto es que hasta ahora solo los países ricos se están asegurando este insumo médico a través de acuerdos con las compañías.

Estados Unidos ya se ha asegurado más de 2.000 millones de dosis de vacunas si se suman los acuerdos firmados con seis empresas: AstraZeeca, Pfizer, Moderna, SanofiGlaxo, John-son&Johnson, CureVac y NovaVax.

La Unión Europea ha cerrado acuerdo por más de 1.500 millones de dosis (cinco empresas) y el Reino Unido tiene aseguradas unos 500 millones de dosis.

De todas formas, ninguna de las vacunas en investigación todavía ha pasado la crucial Fase III de ensayos clínicos en humanos para determinar si es efectiva y segura.

Fuente: REC