El riesgo de subestimar los casos de niños con la COVID-19

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La percepción de que los niños no se infectan con el coronavirus SARS-CoV-2 o que la enfermedad no progresa en ellos ha llevado a que se hayan sometido a menos testeos y a una subestimación de las tasas de infección real. Esto puede transformar a los niños en un riesgo silencioso para los grupos vulnerables.

Entre el 26 de enero y el 28 de febrero de 2020, el Hospital de Niños de Wuhan examinó a 1.391 niños sintomáticos y asintomáticos con contacto conocido con pacientes confirmados o sospechosos de la enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID-19). Entre ellos, 171 (12,3%) –con una edad media de 6,7 años– estaban infectados por el coronavirus.1

Cuatro de cada 10 tuvieron fiebre y 15,8% no tenía síntomas de neumonía. Tres pacientes (1,8%) requirieron apoyo de cuidados intensivos y ventilación mecánica durante la hospitalización, y un paciente, un bebé de 10 meses con afecciones coexistentes, murió.

Otro estudio analizó 2.143 niños con COVID-19 reportados al Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades entre el 16 de enero y el 8 de febrero. Aunque solo un tercio de ellos fueron casos confirmados por laboratorio, más de 90% eran asintomáticos o mostraban síntomas leves o moderados. Solo murió un paciente, un niño de 14 años.

A nivel mundial, las cifras por país también muestran el alcance de la enfermedad entre los niños: en China, 1% del total de casos confirmados eran menores de 10 años; en Italia hasta ahora, 1,2% de los casos se encuentra entre el grupo de edad comprendido entre 0 y 18 años, y en Estados Unidos, este grupo de edad representa 5%.

Sin embargo, debido a que la mayoría de los niños presentan síntomas leves o son asintomáticos, solo los casos graves llegan al hospital. Esta puede ser una de las razones por las que parece que la mayoría de los niños no se infectan.

Pero dado que las personas infectadas pueden transmitir el virus antes de enfermarse, los niños asintomáticos o con síntomas leves son una fuente de infección. Se sabe que los niños pueden infectar, pero lo que no se sabe es cuán importantes han sido en la dinámica de transmisión de la enfermedad.

Hasta ahora, la creciente implementación de medidas de distanciamiento social, como el cierre de escuelas, por ejemplo, ha creado conciencia sobre el papel potencial que tienen los niños en la transmisión del virus. Sin embargo, debido a que hay mucho que aprender sobre el SARS-CoV-2 en general, la investigación en niños se ha quedado atrás.

Por ejemplo, los científicos aún no tienen una explicación de por qué la mayoría de los niños que se infectan y desarrollan la COVID-19 tienen síntomas leves o moderados. Sin embargo, la respuesta puede estar en sus sistemas inmunes aún inmaduros.

Cuando las personas se enferman, el sistema inmunitario envía un ejército de células inmunes para combatir la enfermedad. Pero en pacientes con COVID-19 este ejército no ataca solo al patógeno en el pulmón; también destruye tejidos sanos. Debido a que el sistema inmunitario de los niños todavía se está desarrollando, su ‘ejército’ no es tan fuerte como el de los adultos. No obstante, esto es solo una teoría aún no confirmada.

Los estudios han generado otra preocupación: se descubrió que cuanto más joven es el paciente pediátrico, mayor es el riesgo de desarrollar síntomas graves o críticos.

Este fue el caso de 10,6% de los niños menores de 1 año, mientras que las posibilidades disminuyeron a 7,3% en el grupo de 1 a 5 años y a 4,2% en los que tenían entre 6 y 10 años.

Esto muestra que los bebés parecen ser más vulnerables que los niños pequeños y los en edad escolar, y este es otro aspecto a considerar para mantener medidas de aislamiento social que reduzcan el riesgo y aplanen la curva de infecciones por coronavirus.

Los nuevos datos de la investigación en niños aún no son suficientes para modificar las medidas de salud pública que los países ya están tomando. Como en la mayoría de los aspectos de esta epidemia, de cierta manera todavía se está trabajando “a ciegas”.

Referencias

  1. Puede consultar el artículo completo, en inglés, haciendo clic aquí.

Fuente: REC