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Curso online: Medicina personalizada en la práctica bioquiímica – Biomarcadores genómicos

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Programa sintético

Los nuevos desarrollos en la genómica y la bioinformática permitieron analizar y conocer las diferencias genéticas entre las personas e identificar aquellas variaciones que los hacen propensos a sufrir diferentes patologías, o tolerantes a ciertos medicamentos. Esta información permite disponer de ensayos más precisos y terapias dirigidas teniendo en cuenta la genética de cada individuo.
La Medicina Personalizada es una nueva forma de asistencia al paciente que individualiza la atención médica basándose en la información molecular que cada persona posee. 

Este nuevo paradigma integra la información clínica y molecular para entender las bases biológicas de cada enfermedad. 

Permite predecir su aparición mediante la estimación de riesgo y prevenirla con cambios en el estilo de vida, los controles periódicos y el diagnóstico temprano, de modo que se pueda retrasar la evolución de la patología. 

Además, posibilita seleccionar terapéuticas con mayor probabilidad de ser efectivas dando al paciente la posibilidad real de beneficiarse de los tratamientos dirigidos.

Formato: El curso esta integrado por cuatro módulos. Uno por semana. Cada módulo se  compone de dos sub-módulos, y estos pueden tener de  una a tres clases en video de una duración promedio de 30 minutos cada una. Son 13 videos sumando mas de 400 minutos de información. Cada video tiene su correlato en una presentación ppt.  Se suman  autoevaluaciones, material complementario que incluye bibliografía actualizada y foro de consulta. Se emiten certificados de participación y de participación y aprobación según se apruebe o no la evaluación final.


Inscripción: 1 al 30 de septiembre de 2020

Desarrollo del curso: 1 al 31 de octubre de 2020

Evaluación final: 4 al 10 de noviembre de 2020

Horas acreditadas: 40 horas

Costo: 1200 Pesos Argentinos (aproximadamente $usd 15.-)

Director: Dr Germán R. Perez
Bioquímico (MP 1983) – Doctor en Ciencias Biológicas. Especialista en Bioquímica Genómica (NR 900-18-061). En la actualidad, docente de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario – Argentina y responsable del área Medicina Genómica del laboratorio de alta complejidad Gammalab del Grupo Gamma de Rosario- Argentina. Ha disertado en numerosos cursos de formación de post-grado y participado de diversos proyectos de investigación biomédica.
Dirige y participa de distintos proyectos de investigación en oncología y virología.
Se destacan las publicaciones en revistas indexadas, así como la participación en distintos Congresos y Simposios.

Listado de emisiones anteriores

Nuevos símbolos para instaurar en Occidente la cultura de la máscara

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Hace nueve mil años, en lo que hoy es Israel, agricultores ya usaban máscaras esculpidas de piedra con grandes agujeros para los ojos. Los arqueólogos que las encontraron en cuevas cerca del Mar Muerto creen que pueden haber sido usadas durante ceremonias y rituales de la era Neolítica para representar antepasados y así no olvidarlos.

Como estas piezas, el registro histórico muestra que las máscaras han estado presentes en la mayoría de las sociedades humanas, ya sea para ocultar total o parcialmente el rostro o para llamar la atención sobre él.

Se trata de objetos con una multiplicidad de usos y significados. Cubrirse la cara se ha asociado con asumir una identidad diferente —El llanero solitario, Batman, el Zorro— y para ceremonias y ritos. Hay máscaras profundamente políticas como la de Guy Fawkes, usada por manifestantes anticapitalistas contemporáneos y el colectivo hacker Anonymous. Desde finales de la Edad Media, máscaras mortuorias preservaron los rostros de reyes y conquistadores, compositores, poetas y figuras como Isaac Newton.

En 2020, ningún objeto simboliza mejor la pandemia que la mascarilla. En ausencia de un medicamento o vacuna, funciona como barrera ante el avance de la enfermedad para salvar a otros o para protegerse a uno mismo.

Sin embargo, desde antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia el 11 marzo de este año, este accesorio se ha instalado en el epicentro de una guerra política y cultural. Se ha convertido en un tema polarizador: incita protestas y desafíos a las autoridades públicas que recuerdan a movimientos reaccionarios del pasado.

El discurso médico no basta para comprender por qué algunas personas las rechazan. Se requiere, más bien, tanto una perspectiva histórica como sociológica. La médica Helene-Mari van der Westhuizen sugiere, por ejemplo, tener en cuenta la variedad de sus significados en diferentes entornos para fomentar su adopción.

“Necesitamos cambiar la conversación”, dice a SINC esta investigadora sudafricana de la Universidad de Oxford, especialista en tuberculosis. “Pasar de hablar de las mascarillas como herramientas médicas de control de infecciones a enfatizar los valores subyacentes como la solidaridad y la seguridad comunitaria. Es probable que estas medidas mejoren la aceptación de las mascarillas y ayuden a frenar el impacto devastador de la pandemia”.

1918: San Francisco, la ciudad enmascarada

El 22 de octubre de 1918 el alcalde de San Francisco James Rolph firmó la Ordenanza de las máscaras. “Estamos frente a frente con una epidemia letal. Es el deber de cada persona ayudar a detenerla”, publicó en el periódico San Francisco Chronicle. “Usen mascarillas y salven sus vidas y las de sus hijos y vecinos”.

La pandemia de influenza arrasaba por entonces en Estados Unidos. A San Francisco pronto se la conoció como la “ciudad enmascarada”. Si bien la mayoría de sus habitantes siguió las recomendaciones de salud pública y adoptó las máscaras de gasa y estopilla de cuatro capas de espesor, hubo quienes las desafiaron.

Algunos médicos aseguraban que eran meras trampas de suciedad y polvo y que hacían más daño que bien. Como recuerda el historiador médico Brian Dolan, para cierto sector de la sociedad las máscaras se volvieron símbolo de la extralimitación del Gobierno, una afrenta inconstitucional a los principios de una sociedad libre. “Las máscaras se convirtieron en un símbolo político”, señala este investigador de la Universidad de California. “Como ahora, los debates sobre las mascarillas tienden a crear conflicto. El consenso universal o el cumplimiento total de las medidas sanitarias nunca es posible”.

La principal oposición provino de una organización pequeña pero llamativa: la Liga Anti-Máscara, cuya comisión directiva estaba integrada por mujeres. Su presidenta fue E. J. Harrington, abogada, activista social y opositora política del alcalde. “Sus protestas sugieren que estos conflictos podrían estar ocultando divisiones ideológicas o políticas más profundas”, destaca Dolan.

Pero, como en la actualidad, las razones de estos rechazos en verdad son más amplias. Para muchos en Occidente, la mascarilla blanca encarna la imagen misma de la enfermedad, un accesorio médico a utilizar solo cuando se tiene síntomas.

“La covid-19 ha transformado el rostro individual y su visibilidad”, advierte a SINC el sociólogo David Inglis de la Universidad de Helsinki. “La idea de que los ojos son las ‘ventanas del alma’ ha existido desde los antiguos griegos, y esa actitud continúa hoy con el temor de que si te cubres la cara, estás ocultando tu ‘verdadera naturaleza’ —reflexiona Inglis—. Ser una buena persona o un buen ciudadano es tener la cara descubierta. Pero ahora, con la covid-19, muchos gobiernos le dicen a la gente que eres un buen ciudadano si te cubres la cara. Tantos siglos de supuestos culturales se han invertido en tan solo seis meses”.

La pandemia ha impuesto normas sociales y comportamientos nuevos que tienen una carga simbólica. Como destaca el antropólogo médico Christos Lynteris, las mascarillas funcionan como una señal de seguridad mutua que permite que una sociedad siga funcionando en un periodo de crisis compartida. “Entender las epidemias no solo como eventos sino también como procesos sociales es clave para su contención exitosa”, escribió.

Deber cívico frente a libertades individuales

Las mascarillas también han sido aprovechadas en la propaganda nacional. Desde comienzos del siglo XX, sirvieron para proclamar la posición de China como una nación científica moderna.⁣

Fueron, sin embargo, las epidemias de SARS en 2002 y MERS en 2015 las que condujeron a la adopción masiva de máscaras faciales en varios países de Asia. Incluso cuando ya se había disipado el peligro, ciertas personas las continuaban usando.⁣ Para algunos, se convirtieron en parte ⁣de su etiqueta social, el medio por el cual comunicaban sus responsabilidades a su comunidad.

El sociólogo Peter Baehr habla de la predominancia de “la cultura de la máscara” en Oriente. Las coberturas faciales, según este investigador, crean una sensación de confianza colectiva ante el peligro, una idea de deber cívico.⁣ “Al cubrir el rostro de un individuo, le dio mayor prominencia a la identidad colectiva”, indica este profesor de la Universidad Lingnan en Hong Kong. “Al difuminar las distinciones sociales, produjo semejanza social. El uso de mascarillas activó y reactivó el sentido de un destino común. La máscara era mucho más que un profiláctico contra la enfermedad. Mostró deferencia a las emociones públicas y la decisión de respetarlas”.

De ahí que cuando el Gobierno chino promulgó una política obligatoria de uso de mascarillas a finales de enero, la medida no encontró resistencias. No ocurrió lo mismo en culturas occidentales, países sin tradición de este tipo de intervenciones de salud pública. Al anunciarse la aplicación de la obligación de máscaras faciales en Austria, el canciller Sebastian Kurz afirmó: “Soy consciente de que las máscaras son ajenas a nuestra cultura”.

En Estados Unidos, la obligación de cubrirse el rostro se interpretó como una atropello a las libertades civiles. En audiencias en el estado de Florida los críticos se refirieron a ellas como “bozales” para describir la deshumanización del individuo por parte del estado. Otros objetores afirmaron que usar una máscara era “lanzar el maravilloso sistema respiratorio de Dios por la puerta”.

Llevar una máscara se tomó en aquel país como un signo de demócrata y, por lo tanto, anti-Trump, así como rasgo de debilidad. “Las personas se rebelan naturalmente cuando se les dice qué hacer, incluso si las medidas pudieran protegerlas”, dice el psicólogo Steven Taylor, autor de The Psychology of Pandemics.

El mensaje confuso dado por la OMS no ayudó. Al principio sostuvo que las personas sanas no necesitaban mascarillas. Luego en abril revocó su consejo.

Hacia un nuevo simbolismo

Las mascarillas se han vuelto el emblema de la crisis sanitaria actual como lo fue a mediados el condón para la pandemia de VIH/sida. Se las ha comparado con los cinturones de seguridad de los automóviles.

“En España, el problema no es tanto convencer del uso de la mascarilla como de informar acerca de su uso correcto. Hay que evitar la sensación de que solo por llevarla ya se está contribuyendo a evitar contagios”, advierte el sociólogo Luis Miller, del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC.

“La presión de grupo, respaldada por leyes y sanciones, ha servido mucho durante esta pandemia. Se ha mostrado que algunos comportamientos que comienzan siendo fruto del miedo a las multas acaban generando hábito y manteniéndose mucho más allá”, continúa este experto en investigación conductual sobre cooperación social.

Pero este proceso es lento porque se produce de forma secuencial o en cascada, explica Miller: “Algunas personas adoptan el comportamiento muy pronto, pero otras necesitan ver que la mayoría de personas a su alrededor lo han adoptado para hacerlo ellas”.

En un artículo publicado en el British Medical Journal, un equipo dirigido por Helene-Mari van der Westhuizen sugiere que para que una política de enmascaramiento público tenga éxito se debe instalar un nuevo simbolismo en torno al uso. Por ejemplo, describir a los usuarios de mascarillas como altruistas o como protectores.

Esto ha sido efectivo en lugares como la República Checa, que el 18 de marzo de 2020 se convirtió en el primer país de Europa en legislar la cobertura obligatoria de la boca y la nariz en todas las áreas públicas.

A través de la campaña de promoción #Masks4All, las mascarillas fueron una parte fundamental de la estrategia de contención del gobierno a través de eslóganes como “guarda tus gotas para ti” y “mi máscara te protege, tu máscara me protege” que apelaban a un conjunto compartido de valores sociales.

Las máscaras faciales se transformaron en un indicador de cuidado colectivo. Ahora queda por ver si esta práctica social se mantendrá más allá de la pandemia. En un escenario de enfermedades infecciosas emergentes y contaminación del aire, podrían volverse parte de nuestro atuendo diario, en un medio más de expresión individual y personalizado como sombreros, chaquetas, bufandas o ponchos. 

“Creo que esto dependerá en gran medida de cómo y durante cuánto tiempo la pandemia siga desarrollándose, mutando e influyendo en la vida cotidiana”, afirma Anna-Mari Almila, socióloga de la moda de la Universidad de Artes de Londres. “Los nuevos hábitos necesitan tiempo. Lo que sí creo que podría suceder es una mayor facilidad de enmascaramiento ocasionalmente, en especial en las grandes ciudades. La máscara puede parecer una alternativa atractiva para las personas preocupadas por la vigilancia si llega a definirse como socialmente aceptable o al menos justificable”.

Fuente: SINC

Derechos: Creative Commons

Jornadas: Dislipemia en diferentes etapas de la vida. Del diagnóstico al tratamiento

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Miércoles 30 de septiembre de 2020: 17:00 – 20:30 hs. y jueves 1 de octubre de 2020: 17.00 a 20.00 hs.

Estas Jornadas incluyen varios aspectos: Importancia de los análisis de laboratorio en el diagnóstico. Las controversias en el tratamiento de las guías de práctica clínica. Mitos y realidades sobre alimentos y suplementos con efectos hipolipemiantes. Cómo elegir el tratamiento farmacológico de las dislipemias. Rol de los nuevos fármacos.

– Ver programa y panel de disertantes aquí

– Más información e inscripción aquí.

– Consultas acerca de la inscripción: logistica@tematics.com.ar

El Microscopio – Emisión 422

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Miércoles 2 de septiembre de 2020

  • Entrevista con el Dr. Todd Rosengart (Estados Unidos), miembro de la Asociación Americana de Cirugía Torácica, sobre la prueba de TEG.
  • Entrevista con las Dras. Julieta Borello y Patricia Lucero (Argentina), presentan las XXXVII Interdisciplinarias de Toxicología.
  • Espacio COLABIOCLI – Entrevista con el Dr. Pablo Rosón Rodríguez (Argentina), médico, sobre los tests serológicos de COVID-19.
  • Sección Reporte Epidemiológico.
  • Noticias, eventos y novedades relacionadas a la Bioquímica Clínica.

Reporte Epidemiológico 422

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Miércoles 2 de septiembre de 2020

  • INFLUENZA. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos informaron una infección humana con una variante del virus de la influenza A(H3N2) [A(H3N2)v] en Hawai.
  • GARRAPATAS. Salud Pública de Inglaterra confirmó el diagnóstico de un caso de babesiosis y un caso pro-bable de encefalitis transmitida por garrapatas, en el primer registro de un caso de babesiosis adquirido en el Reino Unido y el segundo caso de la encefalitis transmitida por garrapatas adquirido en el país.
  • SARAMPION. Los casos de sarampión registrados este año en Pará son diez veces más altos que el total confirmado en 2019, en los grupos de edad que menos solicitan la vacuna y, al mismo tiempo, los más económica y socialmente activos y, por lo tanto, las principales responsables de mantener la circulación del virus.

Entrevista con el Dr. Todd Rosengart (Estados Unidos): prueba de TEG

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Dr. Todd Rosengart es profesor y director del departamento de cirugía Michael E. De Bakey en la Universidad de medicina Baylor, BCM, Estados Unidos. Es director y profesor del área de enfermedades cardíacas y vasculares en el Instituto de Cardiología de Texas. Fue el presidente anterior de Sociedad de Cirugía, en representación académica de América del Norte y es miembro de la Asociación Americana de Cirugía Torácica.

Sobre la prueba de TEG que permite identificar coágulos de sangre no detectados en pacientes con UCI de COVID-19.

Espacio COLABIOCLI – Entrevista con el Dr. Pablo Roson Rodriguez (Argentina): tests serológicos para COVID-19

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Pablo Roson Rodríguez es médico por la Universidad de Buenos Aires. Máster Universitario en investigación clínica aplicada a ciencias de la salud por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es Psiquiatra de planta en la Dirección General de Salud mental de la Ciudad de Buenos aires. Coordina el Programa de abordaje de personas con trastorno mental severo en situación de calle.  Es Jefe de trabajos prácticos en Metodología de Investigación / Taller de Tesina en el Instituto Universitario Hospital Italiano.  Desarrolla una Beca de investigación en “Revisiones Sistemáticas y Medicina Basada en la Evidencia” en el Instituto Universitario Hospital Italiano/Cochrane Argentina. 

Sobre los tests serológicos de COVID-19 que tienen una precisión global superior al 90% en pacientes hospitalizados.

Entrevista con las Dras. Julieta Borello y Patricia Lucero (Argentina): XXXVII Interdisciplinarias de Toxicología

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Julieta Soledad Borello es Bioquímica, Especialista en Bioquímica Clínica en Toxicología y Química Legal, Docente adscripta en la Cátedra Química Orgánica de los Recursos Naturales, en el Departamento de Química Industrial y Aplicada, de la Facultad Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la niversidad Nacional de Córdoba, adonde es también Docente de la Carrera de Especialización en Bioquímica Clínica, área Toxicología Clínica del Departamento de Farmacología de la Facultad de Ciencias Químicas. Trabaja en el Centro de Excelencia en Productos y Procesos Córdoba, Programa Agroquímicos, en el campo de la toxicología analítica. Es Doctorando en la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Farmacia y Bioquímica. Es secretaria de la Asociación Toxicológica Argentina. Editora de la revista Acta Toxicológica Argentina y Socia fundadora de la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental.

Patricia Antonia Lucero es Bioquímica Especialista en Bioquímica Clínica – Toxicología y Bioquímica Legal. Es Doctora en Biología, y trabaja como Profesional Científico Tecnológico del Centro de Excelencia en Productos y Procesos Córdoba CEPROCOR,  Ministerio de Ciencia y Tecnología. Gobierno de la provincia de Córdoba. Es Directora Alterna de la Carrera de Especialización Toxicología Clínica en la Escuela de Postgrado de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Es Vocal titular de la Comisión Directiva de la Asociación Toxicológica Argentina.

Nos presentan las XXXVII Jornadas Interdisciplinarias de Toxicología – I Jornada Virtual Iberoamericana de Toxicología

Más detalles: infobioquimica.com/new/2020/08/03/xxxvii-jornadas-interdisciplinarias-de-toxicologia-i-jornada-virtual-iberoamericana-de-toxicologia

Secuencian más de 400 genomas del SARS-CoV-2 aislados en distintas partes de Argentina

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Mapa 1. El análisis de las secuencias de los genomas de SARS-CoV-2 obtenidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires mostró que en la zona Norte prevaleció el linaje B1.3, único linaje detectado en el Barrio Mugica, mientras que en la zona sur fue el B1.1.33.

Un consorcio de más de 100 investigadores ya secuenció cerca de 450 genomas del SARS-CoV-2 provenientes de pacientes de la Patagonia, de Córdoba y del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Se van a agregar análisis genómicos de virus aislados en Chaco y Santa Fe y en próximas etapas analizarán la circulación comunitaria en todo el país.

“Nuestro objetivo es secuenciar mil genomas distribuidos en todo el país”, afirmó Mariana Viegas, investigadora responsable de genómica de virus respiratorios del Laboratorio de Virología del Hospital General de Niños ‘Dr. Ricardo Gutiérrez’ y coordinadora del ‘Consorcio interinstitucional para la secuenciación del genoma y estudios genómicos de SARS-CoV-2’ que creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

“La secuenciación de los genomas virales y el análisis de su evolución son importantes para conocer el patrón de circulación global y las cadenas de transmisión viral particulares, así como para monitorear cambios que podrían impactar en la biología viral, el diagnóstico molecular y la efectividad de vacunas y antivirales en los diferentes virus circulantes”, puntualizó Viegas, quien también es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Primeros resultados

“Los resultados de estos primeros análisis, realizados a partir de muestras tomadas en abril y mayo, han mostrado una sectorización o confinamiento en determinadas áreas geográficas de distintos linajes o grupos genéticos del virus, en virtud de la restricción del movimiento de la población”, explicó Viegas.

“Por ejemplo, no encontramos un continuum del virus en Gran Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), sino que según el barrio o la localidad se podían reconocer distintos orígenes del virus”, señaló.

Sin embargo, con la flexibilización de la cuarentena y la mayor circulación de la gente, “probablemente los virus ya empezaron a mezclarse”, vaticinó. “Lo vamos a comprobar en los análisis de muestras tomadas en junio y julio”.

Mapa 2. Los investigadores observaron que el linaje B.1 del SARS-CoV-2 era el mayoritario en la Zona Norte del Gran Buenos Aires (GBA) mientras que en GBA Oeste el mayoritario era el B.1.1.1 y en GBA Sur el B.1.3 y el B.1.1.33.

Una vez que se hayan obtenido todos los genomas de los coronavirus estudiados y teniendo la información clínica de los pacientes, los investigadores evaluarán si existe alguna correlación entre las características genómicas del virus y las clínicas de los pacientes que lo padecieron. “Sin embargo, hasta la fecha esto no se ha encontrado en otras partes del mundo. Hay que juntar muchos datos y casos para poder determinarla”, indicó Viegas.

El grupo de Viegas está formado por bioquímicas y biotecnólogas especializadas en genómica de virus respiratorios. “En febrero de este año, cuando vimos que podía ser posible la llegada de este virus a nuestro país, nos preparamos para tener un protocolo que pudiera secuenciar los genomas completos directamente a partir de muestras clínicas”, explicó la científica.

El consorcio interinstitucional para la secuenciación del genoma y estudios genómicos de SARS-CoV-2 cuenta con siete centros distribuidos en distintas regiones: Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Tierra del Fuego, Buenos Aires y la CABA. “La idea es generar una red de científicos que puedan responder a este problema actual pero también seguir conectados para cualquier eventual emergencia de patógenos en el futuro”.

“Coordinar este consorcio me da mucha satisfacción cuando veo que juntos vamos avanzando y generando conocimiento conjunto, que servirá para generar soberanía científica”, concluyó Viegas.

Fuente: REC

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