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Reporte Epidemiológico 410

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Miércoles 10 de junio de 2020

  • Vacunas. La mayor exposición a influencias externas, como las creencias o dudas sobre la efectividad de las vacunas, comienzan a ser un factor importante que atenta contra una mejor cobertura de vacunación en América Latina y el Caribe, un dato que debe ser tomado en consideración por autoridades y formuladores de políticas públicas.
  • Sífilis. En Alemania continúan infectándose más de 7.000 personas por año con sífilis, según los últimos datos del Instituto Robert Koch en 2018.
  • Zika. Algunos bebés que parecen sanos al nacer tras exponerse al virus Zika en el útero desarrollan problemas neurológicos en el primer año de vida, según un estudio reciente.

Listado de emisiones anteriores

Espacio COLABIOCLI – Entrevista con la Dra. Alejandra Cherñavsky (Argentina): Hígado graso no alcohólico

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Alejandra Cherñavsky es Doctora de la Universidad de Buenos Aires, Argentina y docente del Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la misma Universidad. Es Investigadora Independiente del CONICET y dirige un grupo de investigación abocado al estudio de las Enfermedades del Hígado graso de origen no alcohólico en el Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo de dependencia mixta UBA-CONICET que funciona en el Hospital de Clínicas “José de San Martín”. Es miembro de la Sociedad Argentina de Inmunología.

Sobre las enfermedades del hígado graso no alcohólico.

Entrevista con la Dra. Minerva Hernández (México): Retos y oportunidades en los procesos de enseñanza del Químico en Ciencias de Laboratorio Clínico

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La Dra. Minerva Hernández Lozano es Química Farmacéutica Bióloga con estudios de Maestría y Doctorado en Neuroetología por la Universidad Veracruzana, México, además de una Certificación en Competencias Docentes en el Nivel Medio Superior, así como Diplomados, talleres y cursos diversos en docencia. Ha sido y es catedrático a nivel medio superior, a nivel licenciatura y de posgrado. Recibió numerosos premios y reconocimientos por su calidad docente. Miembro del grupo técnico de formación DUAL para la Educación Superior de la Red de especialistas en Docencia, Gestión e Investigación Educativa y de la Comisión Académico Gremial y de Gestión del Colegio Mexicano de Ciencias del Laboratorio Clínico. Pertenece al Cuerpo Académico de Medicina Etnofitoterapéutica y Regenerativa, donde es investigadora.

Sobre los retos y oportunidades en los procesos de enseñanza del Químico en Ciencias de Laboratorio Clínico.

Use loss of taste and smell as key screening tool for COVID-19, researchers urge

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King’s College London researchers have called for the immediate use of additional COVID-19 symptoms to detect new cases, reduce infections and save lives. In a letter published in The Lancet, the team discussed how loss of taste and smell should form part of screening measures for the virus.

They said: “As countries slowly emerge from lockdown measures, it is imperative to correctly contact-trace infected individuals. We believe that having added loss of smell and taste to the list of COVID-19 symptoms is of great value as it will help tracing almost 16% of cases that otherwise would have been missed.”

The team, led by Professor Tim Spector, previously reported that loss of smell and taste is a key predictor of COVID-19 in addition to the most established symptoms of a high temperature and a new, continuous cough. The relative importance of the extra symptom was however disputed by sections of the UK government when it announced it was including the extra symptom. This additional analysis of the COVID Symptom Study app data and its 3.7 million users sought to quantify the clinical value of recording loss of smell in the population.

From 76,260 people with symptoms who tested positive for COVID-19 up to 19 May, 28.5% never reported any fever or cough and 16% reported loss of smell but not fever or cough. The prevalence of loss of smell and taste was three-fold higher in individuals testing positive (65%) than in those testing negative (22%), the strongest single predictor of being infected, suggesting that people with loss of smell and taste should self-isolate for at least seven days or until they can be tested.

Professor Tim Spector from King’s College London said: “We believe that loss of smell and taste is a very common COVID-19 symptom and in fact, occurs more often than fever and lasts longer (5 days on average compared to only 2 for fever). Infections could be reduced, and lives saved now that this non-flu-like symptom is widely recognised, and actions are taken.”

The researchers suggest that policymakers should consider these findings and their implications for mass screening as part of other public health measures in key areas such as schools, hospitals, airports and care homes.

Professor Spector said: “Our data suggests that low-cost so-called ‘smell the difference’ screening tests, that are already being used in some workplaces to screen people has they enter buildings, would capture a larger number of positive cases than temperature sensors do. We therefore feel that it should form part of a wider public health approach to reducing the infection rate.”

Source: kcl.ac.uk

Photo: unsplash.com

Contrarrestar el impacto de COVID-19 en niños de hogares pobres

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La pandemia de COVID-19 ha magnificado las disparidades sociales, educativas y de atención médica que ya afectan a los casi 40 millones de estadounidenses que, según la Oficina del Censo de EE. UU., viven en la pobreza.

Quizás los miembros más afectados de esa población, dicen tres pediatras en el Centro de Niños Johns Hopkins y el Hospital Nacional de Niños, son niños de hogares de bajos ingresos que están experimentando interrupciones importantes en rutinas ya inconsistentes y recursos menos que suficientes críticos para el aprendizaje, la nutrición. y desarrollo social debido a restricciones establecidas para frenar la propagación de la enfermedad.

En un artículo publicado en JAMA Pediatrics, los médicos proporcionan ejemplos de cómo los esfuerzos para mantener bajo control COVID-19 han impactado desproporcionadamente a casi 1 de cada 5 niños de EE. UU. cuyos ingresos familiares están por debajo del nivel de pobreza.

“Por ejemplo, muchos distritos escolares participan en el aprendizaje a distancia durante la pandemia, pero existe una gran variabilidad en la capacidad de acceder a una educación educativa de calidad, tecnología digital y servicio de internet, especialmente por parte de estudiantes rurales y urbanos”, dice Megan Tschudy, MD, MPH, subdirector médico de la Clínica Harriet Lane del Centro Infantil Johns Hopkins y profesor asistente de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “En algunas áreas urbanas, hasta un tercio de los estudiantes no participan en clases en línea debido a los problemas para acceder a Internet”.

Los autores citan otras dificultades que las políticas y regulaciones de COVID-19 han colocado a los niños de hogares de bajos ingresos, incluidos los meses que faltan a la escuela por parte de una población estudiantil comúnmente cargada por ausentismo crónico, la incapacidad de obtener comidas nutritivas previamente proporcionadas antes y durante el horario escolar. y la eliminación de los recursos clave disponibles en las escuelas, como “adultos consistentes y afectuosos que pueden ayudar a desarrollar la resiliencia y ofrecer un apoyo integral”.

Para contrarrestar las crecientes disparidades provocadas por la pandemia y ayudar a prevenir que los niños de hogares de bajos ingresos “experimenten consecuencias para toda la vida”, los autores recomiendan que la futura legislación COVID-19 se centre en la salud y el bienestar infantil.

Dicen que este esfuerzo debería incluir la expansión de los servicios y el aumento de los fondos para programas de asistencia de salud y nutrición, la mejora de los créditos fiscales para niños y la ampliación del acceso a Internet de alta velocidad y dispositivos electrónicos versátiles para que todos los niños puedan participar en el aprendizaje a distancia.

El hecho de que los niños de bajos ingresos no hayan tenido más remedio que renunciar a los apoyos educativos, nutricionales y sociales no los hace menos merecedores de atención. No es suficiente que los niños sobrevivan a la pandemia. Su sacrificio debería estimular los esfuerzos para ayudarlos a prosperar, ahora y en el futuro.

Fuente: IntraMed

Foto: Mladen Borisov on Unsplash

Un tratamiento contra el coronavirus aprobado en Argentina se aplica en EE.UU. a 5000 pacientes

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Un protocolo aprobado en Argentina para el tratamiento del Covid19 se aplica en un estudio en Estados Unidos con cinco mil pacientes, y ya tuvo las primeras pruebas en hospitales argentinos. Se trata de una terapia con plasma de pacientes recuperados de coronavirus como método de curación para quienes hoy padecen la enfermedad.

Laura Bover, investigadora argentina del M.D. Anderson Cancer Center, lidera el CPC-19, un equipo internacional de trabajo para el tratamiento del coronavirus que cuenta con más de 60 profesionales de la salud, entre quienes se encuentra el doctor Gabriel Rabinovich.

Al conocerse las primeras noticias sobre el coronavirus en enero de 2020, Bover consideró posible la idea de utilizar el plasma (parte líquida de la sangre) de pacientes recuperados de covid-19 como método de curación para quienes hoy padecen la enfermedad. Debido a que en el plasma se encuentra gran cantidad de anticuerpos, la investigadora argentina, de formación en inmunoterapia e inmunología en la Argentina y que actualmente dirige un laboratorio de anticuerpos monoclonales en el M.D. Anderson Cancer Center, creó el grupo CPC-19.

Respecto del tratamiento, Bover explica: “Esta modalidad terapéutica de utilización del plasma no es nueva, se ha usado en otras epidemias o pandemias como la de la Gripe Española de 1918, producida por el virus H1N1, en la producida por SARS-CoV-1 identificado en el 2003, en MERS (Middle East Respiratory Syndrome) identificado en 2012, también se ha utilizado en ébola, y en Argentina fue utilizada por el Dr. Julio Maiztegui en la década del 70, cuando logró reducir del 30% al 1 % la mortalidad por la fiebre hemorrágica causada por el virus Junín”, detalla la investigadora.

Luego, la científica se contactó con el doctor Arturo Casadevall, médico e investigador del John Hopkins (JH), en Baltimore, para interiorizarse sobre los protocolos que él estaba utilizando para el tratamiento de pacientes con plasma.

“Nos indicó que sus protocolos clínicos de transfusión de plasma estaban disponibles públicamente en el sitio web de JH y que siguiéramos en contacto. Tradujimos originalmente el protocolo para pacientes graves y lo adaptamos junto con el publicado por la Clínica Mayo, a las regulaciones de la Argentina, dando también lugar a que otros países pudieran tomarlo como documento guía de lineamientos y adaptarlos a los requerimientos específicos”, manifiesta Bover.

El grupo CPC-19, cuenta la cientifica, se creó con el objetivo de concientizar a la población en general y a los profesionales de la salud sobre la existencia de esta modalidad de tratamiento con amplia historia y eficacia comprobada en otras pandemias. “Recién en este último mes comenzaron a aparecer los trabajos de respuestas positivas para COVID-19”, dice Bover.

En Estados Unidos, la técnica se utilizó en cinco mil pacientes: el 66% de ellos se encontraba en unidad de terapia intensiva en diferentes hospitales de todo el país. “Considerando el alto índice de mortalidad de la enfermedad COVID-19, y la gran cantidad de pacientes críticos incluidos en el estudio, se demuestra que el tratamiento con el plasma de convalecientes es seguro, es decir que la administración del mismo no ocasiona efectos adversos o mortalidad debida a la transfusión per se”, argumenta Bover.

En tanto, en Argentina, el protocolo fue aprobado por las autoridades sanitarias de la provincia de Buenos Aires y ya se aplicó en un paciente severo el Hospital de Malvinas Argentinas.

Tanto Bover como Rabinovich, que forman parte de la larga lista de científicos que recibieron o reciben apoyo de Cáncer con Ciencia de la Fundación Sales, trabajan con base en inmunoterapia. La doctora Bover integró en Buenos Aires el equipo de investigación sobre melanoma del doctor José Mordoh, que hasta la actualidad recibe financiamiento de Cáncer con Ciencia de la Fundación SALES, al igual que Rabinovich, para sus investigaciones en inmunología.

A.G./ CP

Fuente: Perfil

Lagunas en el derecho internacional obstaculizan la investigación pandémica

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La pandemia global de COVID-19 revela lagunas en el derecho internacional que pueden inhibir el intercambio de información científica, muestras biológicas y datos de secuencia genética (DSG) cruciales para el rápido desarrollo de diagnósticos, tratamientos antivirales y vacunas para abordar nuevas amenazas virales.

Sin embargo, de acuerdo con un Foro de Políticas de Michelle Rourke y sus colegas, actualmente no existe obligación legal ni precedente alguno para que los países compartan muestras o datos sobre patógenos, a pesar de su importancia crítica para los esfuerzos mundiales de salud pública. “La falta de una obligación legal clara de compartir patógenos o los DSG asociados durante una emergencia sanitaria constituye un punto ciego en el derecho y la gobernanza internacional, obstaculizando la respuesta a la pandemia y el progreso científico”, escriben los autores. Rourke et al. analizaron el flujo de información y datos sobre el emergente virus SARS-CoV-2 durante los primeros días de la pandemia de COVID-19 para identificar cuellos de botella claves en el derecho internacional que obstaculizan la cooperación científica internacional.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) exige que todos los Estados Miembros participantes le notifiquen toda la información d.

e salud pública relacionada con cualquier evento que pueda constituir una emergencia para salud pública internacional, pero las definiciones de lo que constituye información relevante siguen siendo vagas y de interpretación potencialmente laxa. En concreto, la política de la OMS no clasifica los DSG ni las muestras biológicas como información que deba compartirse con la OMS. Para complicar las cosas, la política internacional, como los Convenios Nacionales sobre Diversidad Biológica y su Protocolo de Nagoya, establece acuerdos legalmente vinculantes que permiten a los países reclamar su soberanía sobre los recursos genéticos, que en sentido amplio incluyen virus humanos como el nuevo coronavirus.

Estas inconsistencias legales con respecto a los derechos y obligaciones de un país en cuanto al intercambio de muestras físicas y datos genómicos dificultan, en última instancia, la preparación y respuesta ante una pandemia. Rourke et al. argumentan la necesidad de abordar estas lagunas en el derecho internacional para mejorar la colaboración científica internacional frente a crisis mundiales. “La situación derivada de la COVID-19 ha demostrado ejemplos positivos de intercambio rápido, pero también ha puesto de manifiesto la realidad de que los países pueden no renunciar fácilmente a la soberanía sobre recursos genéticos patógenos y los DSG asociados”, escriben los autores.

Fuente: NCYT

Foto: Mikhail Pavstyuk on Unsplash

Informe especial COVID-19: 5 de junio de 2020

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El Microscopio te presenta este informe especial:

Foto: CDC from Pexels

Conversaciones críticas: “diga esto, no aquello”

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Introducción

En un momento en que los médicos están teniendo miles de conversaciones difíciles con pacientes y familias, puede ser apropiado recordar que las palabras que elegimos importan. Ahora sabemos decir: “Este tratamiento no será beneficioso” en lugar de “Continuar el tratamiento es inútil”, para evitar enviar el mensaje a las familias de que no vale la pena cuidar a su ser querido.

Como especialistas en ética clínica, los autores han participado en innumerables conversaciones críticas. Han escuchado muchas preguntas y comentarios destinados a transmitir un mensaje, solo para ver a las familias y los pacientes llevarse otro. Se identifican a continuación algunas frases comúnmente utilizadas que pueden ser engañosas o confusas y sugerir alternativas para una mejor comunicación con aquellos a quienes servimos.

“¿Qué entiende sobre la condición de su padre?”

Esta pregunta tiene como objetivo medir la percepción de alguien sobre la condición de su ser querido, con la esperanza de tener una idea de si sus expectativas son realistas y corregir cualquier información errónea.

Sin embargo, puede causar que un miembro de la familia sienta que su comprensión está siendo cuestionada o que necesita demostrar que sabe las respuestas correctas. En cambio, diciendo algo como: “¿Qué han estado diciendo los médicos sobre la condición de su padre y las opciones de tratamiento?” puede enfatizar la responsabilidad compartida de una comunicación precisa.

“Su madre está muy enferma”

Las familias ya saben que su ser querido está muy enfermo, simplemente no saben qué tan enfermo. Esta frase se usa a menudo para indicar que es poco probable que un paciente se recupere, pero las familias pueden confundir esto con un camino razonable de recuperación de aquellos que no lo tienen.

Es difícil decirle a una familia temerosa: “Tu madre no responde al tratamiento de la manera que esperábamos. No creemos que vaya a sobrevivir “. Aun así, ser claro y directo al dar malas noticias permite a las familias tomar decisiones más informadas, si es que son difíciles.

“Es su decisión … depende de usted”

Cuando los médicos dicen cosas en este sentido, la intención es asegurarle al paciente o familiar que respetamos su autonomía o autoridad para tomar decisiones, pero este enunciado puede parecer que coloca la carga de la toma de decisiones solo en pacientes o sus familiares.

Pueden sentirse obligados a tomar una decisión que no se sienten preparados para hacer o dejar que asuman la responsabilidad exclusiva de sus consecuencias Una forma de evitar poner este peso sobre los pacientes y sus familias es elegir palabras como: “Ayúdeme a entender lo que es importante para usted y descubriremos qué hacer juntos”. Otro enfoque es preguntar directamente sobre el apoyo que les gustaría para tomar decisiones.

“¿Quiere que hagamos todo?”

El encuadre de esta pregunta empuja a los pacientes o sus familiares a seguir todas las medidas disponibles. Las familias pueden ser reacias a responder “no”, sintiendo que la única alternativa sería “no hacer nada” o preocuparse de que se rendirán demasiado pronto. Además, “todo” podría significar cosas diferentes para diferentes personas. En cambio, podemos ser más específicos en las preguntas que hacemos, identificando opciones y describiendo los diversos caminos a seguir.

Al decir algo como: “Podríamos mantenerlo en la UCI con el respirador y darle medicamentos adicionales si los necesita o podríamos centrarnos más en asegurarnos de que se sienta cómodo que en mantenerlo con vida por más tiempo”. Explicar completamente cómo se vería cada una de esas opciones puede ayudar a las familias a tener una idea más clara de lo que sucedería si tomaran cada decisión.

“No hay nada más que podamos hacer”

Nunca hay “nada más” que podamos hacer. Este lenguaje sugiere que estamos abandonando a nuestros pacientes, alejándonos de ellos en un momento crítico. Por el contrario, cuando se agotan las opciones curativas, hay mucho que podemos hacer para controlar el dolor y controlar los síntomas.

También podemos intentar brindar consuelo y conectarlos con servicios de apoyo como cuidados paliativos, trabajo social o religiosos. Lo que queremos decir es: “No tenemos tratamientos adicionales que disminuyan la enfermedad de su esposa, pero podemos controlar su dolor y asegurarnos de que esté lo más cómoda posible”. Este enfoque deja en claro que no estarán solos frente a lo que está por venir.

“No tenemos una bola de cristal …”

Se suele utilizar esta frase para dejar en claro a los pacientes o las familias que no podemos predecir el pronóstico con total certeza. Sin embargo, los pacientes y sus familias pueden interpretar que significa que casi cualquier cosa puede suceder. Cuando hacen preguntas sobre el pronóstico, generalmente no piden garantías. En cambio, están pidiendo información que pueda ayudarlos a tomar decisiones y prepararse para lo que les espera.

Esta información se puede proporcionar ofreciendo descripciones específicas de las posibilidades y sus probabilidades, utilizando frases tales como: “Según mi experiencia clínica, lo mejor que podemos esperar es [X]. Creo que es muy probable que [Y] “. Este enfoque ayuda a establecer expectativas mientras transmite que la predicción no es una promesa.

“¿Tiene usted alguna pregunta?”

El objetivo de esta consulta es garantizar que los pacientes o sus familias tengan la oportunidad de solicitar información y plantear cualquier inquietud que puedan tener. Sin embargo, el marco cerrado puede escucharse como una señal de que la conversación ha terminado y que se les ha dado toda la información que necesitan saber.

Además, los pacientes y las familias pueden sentirse abrumados y confundidos por la jerga médica y pueden sentirse culpables o avergonzados si no saben qué preguntas hacer. Un marco abierto como: “¿Qué preguntas puedo responderle sobre el tratamiento?” o “¿Qué más puedo decirle?” establece la expectativa de que hay más que les gustaría saber, invitándolos sinceramente a preguntar.

Las conversaciones críticas nunca son fáciles: para los médicos, los pacientes o las familias, pero los cambios en las palabras que usamos pueden marcar una gran diferencia. Estos conocimientos pueden ayudar a que estas conversaciones sean un poco más fáciles para todos.

Fuente: IntraMed

Foto: Francisco Venâncio on Unsplash

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