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Derecho a la salud: ¿cómo resolver el conflicto ético de la asistencia colapsada?

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El mundo transita una delicada situación sanitaria que obliga a tomar decisiones complejas en muy poco tiempo. La propagación del virus COVID-19 a nivel global ha puesto en jaque a varios sistemas de salud del mundo, colapsados por la alta demanda de pacientes infectados. Desafortunadamente, una triste escena se repite en la mayoría de países: las instalaciones no dan abasto.

Esta dramática realidad se ha vuelto protagónica en diversos Estados europeos. El personal sanitario se ha visto obligado a asumir la responsabilidad de priorizar unos pacientes sobre otros, en algunos casos, sin disponer de pautas consensuadas por comunidades científicas globales y académicas para respaldar tan significativas decisiones ético científicas.

¿Qué postura deberían adoptar los gobiernos para defender el derecho a la salud de todas las personas? ¿Qué criterios éticos se deben emplear para establecer prioridades en la atención sanitaria? ¿Cómo evitar prácticas discriminatorias?

El Programa Regional de Bioética de la UNESCO (Oficina de Montevideo), junto a la Redbioetica UNESCO, elaboró una temporada de podcast, titulada Ética y Pandemia, en donde diez expertos y expertas en ética y bioética de la región responden dichas preguntas desde diferentes ángulos y perspectivas. Estos argumentos serán de utilidad para los Comités Nacionales de Bioética de distintos países que están elaborando guías de consultas para sus gobiernos.

El virus avanza a toda prisa y en esa ruta se lleva la vida de los pacientes. Frente a tanto desasosiego, en Latinoamérica se vislumbra una ventaja: el factor tiempo. El lapso que distancia la sucesión de hechos con Europa permite adoptar cierto margen de maniobra para anticiparse, debatir sobre estos temas fundamentales y elaborar planes de contingencia, además de apoyarse en la experiencia de los demás y sus propias realidades socioculturales.

Sin perjuicio de ello, esta región del Sur arrastra también sus propias debilidades, con sistemas sanitarios desfinanciados, limitado acceso a salud pública de calidad para miles de personas, con grandes franjas de pobreza y creciente desigualdad, lo que presenta un panorama complejo frente a la llegada de la pandemia. El enorme desafío será llegar a tiempo e intentar prestar asistencia a toda persona que la necesite.

Conozca a los y las expertos convocados

  • Roque JungesProfesor de ética UNISINOS y miembro de la Redbioética (Brasil)
  • Maria Luisa PfeifferPresidenta de la Redbioética UNESCO e Investigadora de Conicet (Argentina)
  • Eduardo RuedaPresidente de la REdLAC de Educación Superior en Bioética y docente Universitario (Colombia)
  • Delia SánchezCoordinadora de la Unidad de Bioética Universidad de la República (Uruguay)
  • Claude VergesProfesora de la Universidad de Panamá y miembro CD Redbioética UNESCO (Panamá)
  • Dirceu GrecoPresidente Sociedad Brasilera de Bioética (Brasil)
  • Victor PachecoPresidente de la Red de Comités Nacionales de Bioética de América Latina y el Caribe (Ecuador)
  • Constanza OvalleSecretaria Ejecutiva de la Redbioética Unesco, Profesora investigadora en bioética de la Universidad El Bosque (Colombia)
  • Ignacio MaglioCoordinador de Ética de la Ciencia Redbioética UNESCO (Argentina)
  • Silvia BrussinoDocente investigadora en Bioética de la Universidad Nacional del Litoral y miembro de la Redbioética (Argentina)

“Etica y Pandemia” Podcast Redbioética

T1 C1 Dr Roque Junges (Brasil)

T1 C2 Dra. María Luisa Pfeiffer  (Argentina)

T1 C3 Dr. Eduardo Rueda (Colombia)

T1 C4 Dra. Delia Sanchez (Uruguay)

La Pandemia del COVID19 ha llegado a América Latina y el Caribe determinando una serie de conflictos éticos novedosos y al mismo tiempo poniendo en evidencia viejos problemas relativos a la desigualdad, la pobreza y la falta de acceso a servicios de salud de miles de personas.

El sistema de aislamiento o cuarentena para proteger la salud colectiva determina la limitación de libertades y derechos individuales lo que plantea ya una serie de preguntas éticas sobre la libertad, la privacidad y los derechos individuales. Estas medidas afectarán determinantes sociales de la salud y aspectos psicológicos, económicos y sociales de las personas y las comunidades, lo que debe ser balanceado.

Los sistemas de salud del mundo entero están colapsando con la enorme demanda de atención que ha generado la pandemia. Frente a sistemas públicos de salud ya desfinanciados, como muchos de los de la región, se plantea cómo se dará respuesta a la enorme cantidad de personas requiriendo de atención de modos simultaneo. En América Latina hay una gran cantidad de personas sin acceso a servicios de salud y medicamentos o incluso servicios básicos como el agua, los servicios de salud cuentan con escasos recursos y con profesionales con salarios bajos y faltos de equipamiento adecuado. De modo que la justicia, la equidad y el derecho a la salud encabezan el debate ético de la pandemia.

Hoy se impone brindar asesoramientos sobre los aspectos éticos a tener en cuenta, tanto en el nivel de la macroasignación a sistemas públicos empobrecidos, como en la microasignación en la cual serán los profesionales de la salud los que tienen en sus manos decisiones éticas de enorme responsabilidad sobre quien recibirá atención y quién no. ¿Qué criterios éticos serán empleados para la selección de pacientes, quién debe establecerlos y cómo deben aplicarse? son algunas de las preguntas que se plantean en esta serie de podcast Redbioetica UNESCO. Expertos y expertas en Bioética de América Latina responden sobre estos puntos.

Fuente: UNESCO

Listado de emisiones anteriores

Revalorizar la ciencia en América Latina y el Caribe frente a la Pandemia COVID-19

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Toda crisis abre una oportunidad. Desde UNESCO creen que la actual presenta una muy buena ocasión para revalorizar el rol de la ciencia en nuestros países. Desde la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO lanzaron la campaña en redes sociales #NuestraCienciaResponde para dar difusión a los logros y avances de los grupos de investigación en la región en relación con el Coronavirus COVID-19.

Invitan a todos a compartir los esfuerzos y logros que nuestras científicas y científicos e instituciones de pertenencia están realizando en nuestro territorio para brindar respuestas a los distintos desafíos que la pandemia COVID-19 viene planteando.

La actividad científica en nuestros países se lleva adelante con gran esfuerzo y en condiciones que está lejos de ser óptimas. A pesar de ello, se realiza con la calidad y la dedicación apropiadas para garantizar logros y avances reconocidos globalmente. No siempre los gobiernos le dan la relevancia que realmente tiene, siendo que los presupuestos de la región no suelen priorizar el área, destinando porcentajes a su financiamiento muy por debajo de lo necesario.

Hoy, ante la pandemia que azota al mundo, se pone de relieve el rol clave que juegan los sistemas de ciencia y tecnología de América Latina y el Caribe, y la necesidad de contar con capacidades locales para poder desarrollar e implementar las medidas adecuadas, sin tener que esperar a que lleguen soluciones desde el exterior.

Por eso, es deseable y relevante destacar los esfuerzos que están haciendo los científicos y científicas de la región. Invitan a todos a sumarse a esta campaña para mostrar y destacar la información sobre los institutos, centros o demás organizaciones que estén llevando adelante acciones en el ámbito de la ciencia y la tecnología en sus países para dar respuestas basadas en conocimiento al desafío que nos enfrenta la pandemia del COVID-19.

Desde UNESCO agradecen a científicas y científicos, porque hoy #NuestraCienciaResponde! De la crisis saldremos todos juntos.

Fuente: UNESCO

La OMS publica pautas para ayudar a los países a mantener servicios de salud esenciales durante la pandemia de COVID-19

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La pandemia de COVID-19 está sometiendo a una gran presión a los sistemas sanitarios de todo el mundo. El rápido aumento de la demanda al que se enfrentan los establecimientos sanitarios y los profesionales de la salud amenaza con sobrecargar algunos sistemas sanitarios e impedir su funcionamiento eficaz.

En brotes anteriores se ha observado que, cuando los sistemas sanitarios se ven desbordados, la mortalidad por enfermedades para las que existen vacunas o tratamientos también puede aumentar drásticamente. Durante el brote de enfermedad por el virus del Ebola de 2014-2015, el exceso de fallecimientos por sarampión, paludismo, VIH/sida y tuberculosis atribuible al colapso de los sistemas sanitarios superó al de las muertes por ebola (1,2).

«La mejor defensa contra cualquier brote es un sistema sanitario sólido» —subraya el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus—. «La COVID‑19 muestra la fragilidad de muchos sistemas y servicios sanitarios en todo el mundo, y está obligando a los países a tomar decisiones difíciles sobre el mejor modo de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos».

Para ayudar a los países a elegir el rumbo correcto ante estos desafíos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha actualizado sus directrices sobre planificación operacional para equilibrar las exigencias de la respuesta directa a la COVID-19 con la necesidad de seguir prestando servicios sanitarios esenciales y mitigar el riesgo de colapso del sistema. Esto abarca una serie de medidas inmediatas específicas que los países deberán considerar a escala nacional, regional y local para reorganizar y mantener el acceso a unos servicios sanitarios esenciales de calidad para toda la población.

Los países tienen que determinar a qué servicios esenciales darán prioridad en su esfuerzo por mantener la continuidad de la prestación de servicios e introducir cambios estratégicos para garantizar que unos recursos cada vez más limitados proporcionen el máximo beneficio a la población. También deberán cumplir las exigencias más estrictas en materia de precauciones, especialmente en relación con las prácticas de higiene y con la puesta a disposición de los suministros adecuados, en particular en cuanto a equipo de protección personal. Esto requiere una planificación sólida y una actuación coordinada entre los Gobiernos y los establecimientos sanitarios y sus gerentes.

Algunos ejemplos de servicios esenciales son la vacunación sistemática, los servicios de salud reproductiva —incluida la atención durante el embarazo y el parto—, la atención a lactantes de corta edad y adultos mayores, el tratamiento de enfermedades mentales, enfermedades no transmisibles y enfermedades infecciosas como el VIH, el paludismo y la tuberculosis, los tratamientos hospitalarios críticos, el tratamiento de problemas urgentes de salud y servicios auxiliares como el diagnóstico básico por imagen, los servicios de laboratorio y los bancos de sangre.

Unos sistemas sanitarios bien organizados y preparados podrán seguir proporcionando un acceso equitativo a la prestación de servicios esenciales durante una situación de emergencia y así limitar la mortalidad directa y evitar una mortalidad indirecta innecesaria.

Las directrices destacan la importancia de mantener una información actualizada, lo que exige una comunicación frecuente y transparente con la sociedad y una fuerte implicación de las comunidades para que el público pueda seguir confiando en que el sistema responda de forma segura a sus necesidades esenciales y controle el riesgo de infección en los establecimientos sanitarios. Esto ayudará a conseguir que las personas continúen solicitando atención sanitaria cuando sea necesario y sigan los consejos de salud pública. 

1. Elston, J. W. T., Cartwright, C., Ndumbi, P., & Wright, J. (2017). The health impact of the 2014–15 Ebola outbreak. Public Health, 143, 60-70.

2. Parpia, A. S., Ndeffo-Mbah, M. L., Wenzel, N. S., & Galvani, A. P. (2016). Effects of response to 2014–2015 Ebola outbreak on deaths from malaria, HIV/AIDS, and tuberculosis, West Africa. Emerging infectious diseases, 22(3), 433.

Para entrevistas, pónganse en contacto con: Tarik Jasarevic

Para acceder a las directrices completas (en inglés), visite la siguiente página: https://www.who.int/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/technical-guidance/maintaining-essential-health-services-and-systems.

Para más información y orientaciones sobre la COVID-19, visite la siguiente página: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/technical-guidance

Fuente: WHO

Foto: Tai’s Captures on Unsplash

Cochrane crea un registro de estudios sobre COVID-19

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Cochrane ha creado un nuevo registro universal de estudios en humanos sobre COVID-19 como respuesta al desafío global que plantea la actual pandemia. Este Registro de estudios COVID-19, que ya contiene más de 1.200 estudios, se actualiza constantemente con los nuevos trabajos publicados o en marcha, con el objetivo de facilitar la investigación y la toma de decisiones de salud basada en la evidencia. Pronto ofrecerá también la posibilidad de buscar por metadatos relevantes y crear alertas sobre los nuevos estudios disponibles.

El objetivo del registro es ayudar a los investigadores a identificar la evidencia disponible, priorizar temas y producir revisiones rápidas que permitan desarrollar nuevas intervenciones terapéuticas, diagnósticas y preventivas. Este proyecto encaja con la misión de Cochrane de promover la toma de decisiones de salud basadas en la evidencia mediante la realización de revisiones sistemáticas y otros resúmenes de la evidencia. Y se suma a otros recursos, como Evidencias COVID-19, desarrollado por el Centro Cochrane Iberoamericano.

“Una de las virtudes de este registro es que contribuirá a no precipitarse prescribiendo tratamientos que todavía están en fase de estudio. Asimismo, ayudará a que dejen de impulsarse proyectos de investigación poco sólidos o con un bajo número de pacientes si se comprueba que existen otros en marcha que pueden aportar mucho más”, destaca Xavier Bonfill, director del Centro Cochrane Iberoamericano.
 


Karla Soares-Weiser, la editora jefa de Cochrane, califica este recurso como un gran avance para la síntesis rápida de la evidencia sobre COVID-19: “Cochrane ha lanzado un registro de importancia crítica basado en estudios que expone claramente los criterios de elegibilidad y los recursos que estamos utilizando. El objetivo de este recurso es apoyar los esfuerzos de síntesis de la evidencia, como las revisiones sistemáticas vivas, los metaanálisis en red vivos y las revisiones rápidas a partir de guías vivas relacionadas con la COVID-19″.
 


Todos los estudios incluidos en el registro están clasificados según sus características, lo que permite realizar búsquedas específicas por tipo de estudio y de diseño, fecha de publicación, objetivo y otras características relevantes. “Cochrane ha estado trabajando durante varios años en soluciones y procesos tecnológicos para mejorar la eficiencia en la síntesis de evidencia y avanzar hacia un modelo de ecosistema de evidencia viva. La COVID-19 nos presenta un gran desafío y utilizaremos nuestras herramientas de síntesis y gestión de datos para ayudar a dar una respuesta rápida a las preguntas más importantes para los tomadores de decisiones del mundo. Este registro es una pieza clave para poder dar esa respuesta”, señala Chris Mavergames, jefe de Tecnología e Informática de Cochrane y líder del proyecto.


Isabelle Boutron, epidemióloga del Centro de Investigación en Epidemiología y Estadística y directora de Cochrane Francia, señala que “el Registro de estudios COVID-19 de Cochrane nos ayuda a sintetizar de manera muy rápida los estudios primarios para nuestro metanálisis en red vivo. Así podemos proporcionar la evidencia relevante para los investigadores que trabajan activamente en diagnóstico, intervenciones preventivas, terapias y vacunas para COVID-19”.

Fuente: Cochrane

El cierre de escuelas tendría un escaso impacto en la contención de la COVID-19

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El cierre de escuelas no tiende a contener la propagación de infecciones durante brotes de enfermedades como la del coronavirus 2019 (COVID-19), pero sí tendrá un gran impacto en cómo las sociedades se reactivan tras las cuarentenas.

La evidencia de epidemias de influenza y brotes causados por otros coronavirus sugiere que el impacto de los cierres de escuelas en la propagación de la enfermedad será pequeño.

Estudios previos han mostrado que el cierre de escuelas tiene su máximo efecto con un virus de baja transmisibilidad y tasas de ataque más altas en los niños, lo opuesto a lo que ocurre con la COVID-19.

Los encargados de formular políticas deben ser conscientes de la evidencia equívoca al considerar el cierre de escuelas por la COVID-19, dado el efecto profundo y duradero que tendrán en los niños, particularmente los más desfavorecidos.

Millones de menores en todo el mundo se han visto afectados por el cierre de sus centros educacionales por las medidas de distanciamiento social y cuarentena para tratar de frenar la enfermedad causada por el SARS-COV-2. Al 18 de marzo de 2020, unos 107 países habían implementado el cierre de escuelas nacionales.

Para analizar el impacto potencial, se revisaron 16 estudios previos, incluidos nueve que analizaron el cierre de escuelas durante el brote de 2003 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), una enfermedad respiratoria causada por un coronavirus similar al que causa la COVID-19. Los datos del brote de SARS en China, Hong Kong y Singapur sugirieron que el cierre de colegios no contribuyó al control de la epidemia.

Los hallazgos son importantes y confirman lo que algunos expertos sospechaban: que los beneficios para la salud pública del cierre de las escuelas no eran proporcionales a los costos sociales y económicos para los menores y las familias afectadas.

Otras medidas, como escalonar los horarios de inicio y descanso de la escuela, cerrar los patios escolares y minimizar el movimiento de niños entre clases sí podrían reducir el riesgo de propagación de la COVID-19.

Fuente: REC

Foto: Rubén Rodriguez on Unsplash

Otra de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19: la fiebre de cabaña

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Cabin fever (fiebre de cabaña en español) es un término de origen incierto que empezó a mencionarse a comienzos del siglo XX en Estados Unidos para describir un tipo de estado mental causado por meses de aislamiento, soledad y aburrimiento, debidos a los largos e intensos inviernos que azotaban las latitudes extremas.

Los colonizadores de los vastos y desolados territorios de Estados Unidos y Canadá experimentaron sensaciones parecidas que describieron como “locura de pradera” o “locura de montaña”. Algunas profesiones –particularmente los astronautas– también pueden llevar a ese estado.

A pesar de que no es un diagnóstico categorizado por los profesionales de la salud mental y que la expresión es coloquial, los expertos coinciden en que la fiebre de cabaña es muy real. Puede tener consecuencias serias para quienes la padecen y las personas de su entorno.

Debido a las órdenes de distanciamiento social, aislamiento y confinamiento para combatir la actual pandemia de la enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19), hay ahora más personas en el mundo en riesgo de sufrir algo parecido a la fiebre de cabaña.

¿Qué es la fiebre de cabaña?

Es un estado mental que primero se describió en relación a las personas que forzosamente vivían dentro de espacios estrechos o lugares inhóspitos, remotos, aislados o monótonos.

El origen de la expresión en sí no se conoce, pero empezó a utilizarse popularmente a comienzos del siglo XX, en relación al estado mental de las comunidades en el norte de Estados Unidos y Canadá que soportaban meses de encierro por los largos e intensos inviernos.

“Todas las condiciones psicológicas son construcciones sociales que crean una realidad porque un número sustancial de personas concuerdan en su validez y realidad”, explicó el Dr. Paul C. Rosenblatt, profesor emérito de Ciencia Social de la Familia de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos.

Rosenblatt realizó un estudio en la década de 1980 con habitantes de Minnesota –un estado rural de inviernos extremos– para conocer cómo relacionaban el concepto con sus experiencias.

Entre las descripciones más destacadas que escuchó se encuentran la sensación de insatisfacción en el hogar, desasosiego, aburrimiento, irritabilidad y necesidad de romper la rutina.

“Para los profesionales de la salud, la fiebre de cabaña se asocia con términos como ‘claustrofobia’ o ‘trastorno afectivo estacional’”, explicó Rosenblatt.

“En conversaciones informales he escuchado sinónimos como ‘fiaca’, ‘desgano’, ‘caminar por las paredes’, ‘sentirse atrapado’ e ‘inquietud’”.

¿Que puede causar este estado?

El detonante parece ser el aislamiento. Mucho puede depender de las condiciones de éste, como la estrechez de la vivienda, si se está sólo, el tipo de personas que acompañan, una rutina monótona o –inversamente– no tener una rutina, la falta de estímulo, la situación geográfica y las inclemencias del tiempo.

En la investigación que condujo Rosenblatt en Minnesota, aparte de los encierros por los largos inviernos, los escenarios más comunes que encontraron fueron el estar confinados en casa con niños pequeños, por enfermedad o ser responsable de alguien enfermo o discapacitado.

“Si las mismas personas tienen limitaciones físicas que no les permiten moverse con facilidad o residen en viviendas abarrotadas, estas pueden ser más propensas a la condición”, añadió el experto.

“Sé de gente que vive en lugares demasiado peligrosos para salir de casa –en zonas de guerra o en vecindarios de alta criminalidad– que también siente la fiebre de cabaña”, expresó.

También hay personalidades que no se ajustan muy bien a las condiciones de aislamiento. “Las personas que a diario tienen una vida físicamente activa y que están muy ocupadas fuera de casa tendrán mayor dificultad para ajustarse a vivir encerrada”.

¿Cuáles son los síntomas?

“Entre la gente que la sufrió o la observó en otros no hay unanimidad sobre los síntomas exactos ni en qué orden aparecen”, comentó Rosenblatt.

Los más comunes son una sensación de desasosiego, de sentirse enjaulado, depresión, irritabilidad, soledad, impaciencia, aburrimiento y frustración.

“Algunas personas pueden caer en depresiones, pueden tomar decisiones malas con respecto al consumo de alcohol y drogas, o convertirse en amenazas para las personas con las que conviven”, señaló.

Por otro lado, el aburrimiento y la falta de estímulo pueden desgastar la mente. Una de las poblaciones más propensas a sufrir la fiebre de cabaña es la de los reclusos en la cárcel.
Rosenblatt señaló además que la fiebre de cabaña también puede afectar a otras personas del entorno “en el sentido que aquella persona que está inquieta, irritable, deprimida, etc., afectará a los que la rodean, aunque las otras personas podrían desarrollar sensaciones diferentes a los de la fuente”.

¿Hay formas de combatir la fiebre de cabaña?

Aunque no hay unanimidad sobre lo que puede resultar más efectivo para evitar sufrir la fiebre de la cabaña, hay varias sugerencias válidas: mantener contacto con otros (vía teléfono, internet, etc.), establecer una rutina cotidiana pero también poder romper esa rutina, planear algo a futuro para cuando se pueda salir otra vez, escuchar música, dedicarse a un hobby y encontrar proyectos especiales para realizar a corto plazo en casa.
La lectura, los juegos de salón, las artes manuales y explorar venas artísticas son otras ocupaciones que pueden mantener a las personas entretenidas, productivas y creativas.
Igualmente, el ejercicio es vital. La actividad física regular quema calorías y sirve para liberar la tensión acumulada por estar encerrado.

”Lo mejor sería salir a caminar”, dijo David Shrier, educador y empresario que dirige varios programas online para la Universidad de Oxford, en Reino Unido.

“La caminata ha demostrado rendir buenos beneficios cognitivos”, explicó, si se puede hacer manteniendo una distancia prudente de otros.

Pero, como en muchos lugares se prohíben las salidas no esenciales, se puede recurrir a los cursos y programas de ejercicio que se ofrecen online.

David Shrier también recomienda mantener la actividad social. “Aun cuando no se pueda ver a otros en persona, se pueden realizar reuniones sociales por videollamada, como cenas virtuales o participar en la hora del coctel virtual. Eso ayuda a sentirse conectado con otros”.

Se debe tener en cuenta que hay muchas familias que están lidiando con niños que pueden fácilmente volverse inquietos.

Grupos de emprendedores han creado comunidades online para mantener a los chicos entretenidos.

“Un amigo mío organizó una hora de cuentos con otros padres de familia, en la que uno de ellos supervisa a un grupo de niños que toman turnos leyendo durante unos 90 minutos”, dijo Shrier. “Eso ayuda a los otros padres a tener un poco de tiempo libre para ellos”.
El mundo virtual tiene innumerables formas de mantenerse comunicado y con fácil acceso a juegos, videos, películas, televisión, noticias y otros tipos de contenido.

”No se debe olvidar que muchas personas están trabajando desde su casa. Eso puede representar un sinnúmero de agotadoras videoconferencias”, señaló Shrier.

“Eso lo exacerba el hecho que no existen las pausas habituales del mundo real, como cuando desplazarse físicamente a otro lugar para una reunión o mantener un almuerzo de negocios, momentos que brindan un respiro”.

Otros expertos indican que mantener los patrones de alimentación y una dieta sana es esencial. Estar recluido en casa puede fomentar el consumo en exceso de bebidas y comidas azucaradas, o de comida chatarra a domicilio.

En caso de necesitarlos, muchos proveedores de asistencia para la salud mental pueden prestar servicios a distancia por teléfono, Skype, Zoom u otras plataformas, y hay varios servicios de emergencia disponibles.

Pero Rosenblatt alertó que algunas personas no sabrán cómo encontrar ayuda o, por alguna razón, serán incapaces de buscarla.

 

Fuente: REC

Foto: Louis from Pexels

COVID-19: Gobiernos invisibilizan a pueblos indígenas

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Alrededor de 28 millones de hombres y 26 millones de mujeres indígenas viven en América Latina y el Caribe, de los cuales, a diferencia de otras regiones más pobladas del mundo, más de la mitad de estas personas, 52,2%, viven en zonas urbanas[1]; y el restante 47,8% en el área rural. Ambos grupos urbano/rural se encuentran en un alto riesgo de no poder hacer frente al COVID-19 y las condiciones de desigualdad económica en la que viven incrementan los riesgos. CEPAL en el informe anual 2019 Panorama Social de América Latina enfatiza de manera puntual que la pobreza de los pueblos indígenas es 26% mayor que las personas no indígenas.

A nivel urbano, los empleos precarios, la inestabilidad laboral, los bajos salarios, el comercio informal, la falta de protección social, la desnutrición sumada a los deficientes servicios de salud, la poca información acerca de la pandemia, la cultura discriminatoria de los sistemas de salud y el uso de la salud tradicional son factores comunes que incrementan los riesgos

A nivel rural, el COVID-19 puede agravar la situación actual de los indígenas, ya que las enfermedades prevalentes vinculadas a la pobreza como el alto porcentaje de mortalidad materna e infantil, anemia, desnutrición, enfermedades infecciosas como la malaria, tuberculosis y dengue no fueron atendidas oportunamente, siendo resultado de los problemas estructurales de injusticia social.   A esto se agregan otros factores como: (i) las distancias considerables para acceder a una posta sanitaria que no tienen los requerimiento mínimos para atención de la pandemia, (ii) defensores indígenas de derechos humanos que continúan siendo asesinados, (iv) terceros invadiendo los territorios y, (v) la presencia de actividades ilegales como la minería, presencia de madereros y del narcotráfico, entre otros. 

Las respuestas económicas no benefician a los pueblos indígenas

No cabe duda de que los países están tomando medidas económicas frente a la situación del COVID-19, pero existe una preocupación si los pueblos indígenas se beneficiarán de los mismos.  Los últimos días, las organizaciones indígenas regionales, nacionales y locales han manifestado su preocupación frente a la pandemia y a la forma en que los gobiernos están respondiendo.

Estas preocupaciones son fundamentadas porque tradicionalmente las políticas públicas y de desarrollo no han logrado responder a las demandas de los pueblos indígenas, y muchas de ellos se han quedado en buenas intenciones porque han ignorado las particularidades de los pueblos indígenas.

Desde 1996, cuando se inicia los primeros programas de transferencias condicionadas (PTC), lo étnico siempre fue una debilidad, y no se ha podido resolver las críticas por su escasa adecuación a los contextos locales y características de la población[2].  

Aunque existen casos como Colombia, Brasil, México y Panamá que han hecho avances en el diseño e implementación de PTC adecuados, desde un enfoque étnico, a los requerimientos de quienes son indígenas   y que viven en situación de pobreza.  Otros, como Argentina, Bolivia, El Salvador y Guatemala, se han propuesto hacer adecuaciones en el mismo sentido, aunque sin mucho éxito[3].  

¿Como hacer visible lo invisible para determinar a nivel territorial y en áreas periurbanas la población indígena? ¿Cómo corregir la invisibilidad no solamente a través de una data actualizada en los países, más aún cuando muchos son invisibles para el sistema porque carecen de un documento de identidad, principalmente mujeres y personas de la tercera edad?

Los mecanismos de distribución no son apropiados y no permiten llegar donde realmente se requiere. El mecanismo tradicional a través de los sistemas financieros funciona de alguna manera cuando de por medio no está una pandemia, pero éste es un escenario donde los invisibles no podrán acceder.

Otro factor son las distancias, limitación que no ha podido ser resuelta plenamente, aunque existen experiencias particulares donde las escuelas, los profesores, las organizaciones indígenas y/o la combinación de ambas, han logrado romper estas barreras de acceso.

Pero es posible también ir por los espacios institucionales, solo un control social fuerte acompañado por las organizaciones indígenas o formas propias de organización pueden permitir que el apoyo no se quede en un bolsillo en particular, por los antecedentes de corrupción que han particularizado ciertos gobiernos en la región.

Estos programas no han logrado resolver los mismos desafíos que ahora se presentan, y que tampoco serán resueltos, dejando a esta población nuevamente fuera de estas medidas, mismas que podrían al menos ajustarse a través de un diálogo inmediato, responsable y de buena fe con las organizaciones indígenas.

Medidas de prevención: “quédate en la comunidad”

La desinformación es un enemigo común al que se enfrentan los pueblos indígenas a nivel territorial.  Existen barreras en el lenguaje comunicacional, el idioma y el acceso a los medios de comunicación del mundo globalizado que continúan invisibilizándolos y focalizando esta información a contextos urbanos. Aquellos pueblos que lograron acceder a información gracias al vínculo urbano/rural como los Kuna en Panamá, los Nasa en Colombia tempranamente, han cerrado sus territorios, organizando sus formas propias de control territorial y ejerciendo su autonomía y la libre autodeterminación como pueblos indígenas.

Pero algunos pueblos indígenas no tienen esa alternativa y tampoco las autoridades nacionales y regionales dentro los países han implementado acciones que permitan cerrar estas puertas, principalmente en aquellos pueblos indígenas de Centroamérica en que el escaso acceso a la tierra los coloca ante un peligro inmediato eminente como es la hambruna.  Por otro lado, hay que tener en cuenta los casos como la de los Nauta en la región de Loreto, Perú, que es la puerta de comunicación con muchas comunidades a través de los ríos; la Guajira donde el pueblo Wayuu ha demandado por años la respuesta del gobierno colombiano a los problemas de desnutrición infantil y la falta de agua potable.  Son casos en los cuales la pandemia puede volverse incontrolable si los gobiernos no toman acciones inmediatas.

En este marco, urge responder a estos vacíos, ya casi a un mes y medio de la llegada del COVID-19 en la región hay experiencias que pueden ayudar. Detener el avance del contagio a través del aislamiento social es una estrategia que está funcionando. Esta estrategia es familiar para los pueblos indígenas, hay mucha experiencia, pero sino va acompañada de una respuesta de políticas públicas de emergencia en el marco de la epidemia que les devuelva el control del territorio, tampoco funcionará. Programas y proyectos gubernamentales y privados restringen el control y uso del territorio, muchas áreas protegidas están vedadas, bosques comprometidos a proyectos REDD, las fuentes de agua están capturadas por las multinacionales extractivistas y las tierras acaparadas por los agronegocios.

Aislamiento económico, aislamiento social una realidad histórica

Los pueblos indígenas son pobres, a esta conclusión llegan los análisis de organizaciones humanitarias, de apoyo al desarrollo y de la cooperación internacional, y se han quedado en este punto. Los pueblos indígenas continúan apareciendo en datos, o, finalmente cuando no aparecen, los analistas señalan que tienen una deuda histórica con los pueblos indígenas, con las mujeres indígenas para incorporar en su análisis de políticas económicas, de economías de cuidado, de apoyo humanitario, de políticas sociales, etc.

Las medidas económicas y sociales a través de los años han aislado a un buen porcentaje de la población indígena en América Latina, y las pocos que existen no cuentan con un enfoque socioculturalmente apropiado, y se nota la ausencia de un diálogo con sus pares, las organizaciones indígenas, para tomar estas decisiones.

Resultado de este aislamiento es el número reducido de programas y proyectos que trabajan en coordinación directa con organizaciones indígenas, y que no decir con organizaciones de mujeres indígenas. La capacidad administrativa y la complejidad de estas organizaciones son una justificación solida que continúa aislándolas y manteniéndolas en la categoría de “pueblos indígenas pobres”.

En un momento particular donde, por primera vez en la historia, todos somos iguales y podemos contagiarnos con el COVID-19, surge el desafío de enfrentar al mismo en igualdad de condiciones con una perspectiva de derechos. Ello significa que, en las respuestas, los países deben enfrentar las desigualdades que persisten en la región, en particular aquellas que afectan a los pueblos indígenas.

Las respuestas deben garantizar el disfrute de derechos humanos de los pueblos indígenas de manera igual, desde un enfoque individual sin dejar a un lado el derecho a ser diferentes, a su derecho colectivo plasmado en sus formas de organización y su mirada hacia los bienes de servicios y bienes de capital de forma diferente.

Elisa Canqui

Aymara, Bolivia

Ex Miembro del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas.

Fuente: ALAINET

El ANLIS-Malbrán logró secuenciar el genoma completo del nuevo coronavirus SARS-COV-2

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Con el objetivo de conocer la dinámica y la diversidad de la población viral de SARS-COV-2 y las rutas de transmisión en Argentina, el Servicio de Virosis Respiratorias y de la plataforma de Genómica y Bioinformática del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI) de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (‘ANLIS) “Dr. Carlos Malbrán” secuenciaron los primeros tres genomas.

En ese marco, el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, visitó personalmente a los profesionales que trabajan en el ANLIS-Malbrán para felicitarlos y agradecerles que lograron secuenciar de forma exitosa el genoma completo SARS COV-2.

El mandatario sostuvo que “admiro el trabajo que realizan nuestros científicos en el Instituto Malbrán, el mismo lugar en el que trabajaron dos Premios Nobel de Argentina: Bernardo Houssay y César Milstein”.

El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien destacó el logro del ANLIS indicó que “es muy importante no solo para el presente, sino para el futuro, porque los virus no son todos iguales y esta investigación pudo determinar la procedencia de estos virus y que características tienen, esto sirve para que cuando haya que hacer la vacuna incluya las características del virus local”, explicó el ministro.

Cabe señalar que la información obtenida será útil para asegurar la calidad de diagnóstico, complementar la vigilancia epidemiológica y contribuir al desarrollo de una fórmula vacunal representativa de las cepas circulantes en el país y en la región.

El procedimiento se realizó a partir de muestras de pacientes argentinos infectados que fueron derivadas en el marco de la vigilancia nacional de COVID-19 y el resultado fue enviado a la plataforma Global Initiative on Sharing All Influenza Data (GISAD) que lo aprobó inmediatamente.

Fuente: argentina.gob.ar

Los testeos para detectar el SARS-CoV-2 bajo la lupa

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Con una tasa de positividad de 18,25%, Argentina se ubica en el décimo lugar a nivel mundial en el ranking de casos de infectados en relación a la totalidad de testeos para detectar el SARS-CoV-2 realizados en el país. Este porcentaje –el segundo más alto de la región– implica que uno de cada cinco exámenes dio positivo. Los infectados confirmados en el país suman 1.265, y los muertos ascienden a 391.

Porcentaje de positividad en testeos para detectar el SARS-CoV-2. Quince países con mayores porcentajes. Año 2020. Fuente: Organización Mundial de la Salud y ministerios de salud de los países. Datos al 3 de abril de 2020 a las 10:00 horas.

El ranking de la tasa de positividad sobre el total de personas testeadas en cada país lo lidera Filipinas con 53,22%, casi el doble que Ecuador que se ubica en segundo lugar con 28,06%, e Irán en tercero, con 27,05%. Por encima de Argentina, también se ubican Serbia, Indonesia, Ucrania, Italia, Francia y Austria.

Estados Unidos tiene una tasa de positividad de 16,67%, en tanto que la de Alemania es de 7,07%, muy similar al porcentaje de España, de 7,02%. En tanto, Corea del Sur, tomada como un ejemplo “virtuoso”, registra una tasa de positividad de 2,35%.

“La tasa de positividad es muy relevante para tener una dimensión de la propagación de una enfermedad. Es un muestreo, y dependiendo del tamaño de la muestra, es más o menos representativa. A medida que Argentina empiece a testear más, va a tener más casos positivos. Podemos llegar a aplanar la curva de casos pero no hacerla desaparecer. Una tasa baja significa que el virus no circula tanto, pero hay que ver la cantidad de población testeada”, explicó el médico infectólogo Gustavo Daniel Lopardo.

Ante la consulta de cuál sería un porcentaje de resultados positivos “preocupante” y si la tasa de Argentina puede ser considerada “alta”, este integrante del comité de expertos que asesora al Gobierno advirtió: “No hablaría de una tasa de positividad ‘razonable’. Depende mucho de la política de testeo de cada país y en qué momento de la expansión de la epidemia se hacen los análisis. Corea del Sur, que es tomado como un ejemplo por la forma en que enfrentó al virus, salió a testear a toda su población, inclusive a jóvenes o ciudadanos sin síntomas. Entonces, su tasa de positividad es muy baja. Si se testea solo a la población con neumonía, la tasa será mucho más alta”.

Un dato clave: la población testeada

Los expertos coinciden en que, además de analizar la tasa de positividad, hay que poner bajo la lupa el porcentaje de la población de un país a la que se le hizo el examen para detectar la COVID-19. Al cruzar ese dato con la densidad poblacional, surge la tasa de testeos por millón de habitantes.

Tasa de estudios realizados para detectar el SARS-CoV-2 cada millón de habitantes. Año 2020. Fuente: Organización Mundial de la Salud y ministerios de salud de los países. Datos al 3 de abril de 2020 a las 10:00 horas.

El país con mayor proporción de población que se hizo el examen del coronavirus es Islandia, con un total de 53.577 análisis cada millón de habitantes. Le sigue Emiratos Árabes Unidos, con 22.918.

Argentina está lejos de esas cifras en cuanto a la población a la que se le hizo el análisis de la COVID-19. Con una tasa de positividad de 18,25%, el total de personas testeadas en el país es de 6.931, lo que implica 157 análisis cada millón de habitantes. Se ubica así en el puesto 70 del ranking mundial.

Alemania, en tanto, registra una tasa de 11.046 análisis por millón de habitantes; Italia, de 8.976; Corea del Sur, de 8.152; y España de 7.596.

La cantidad de testeos en Argentina

El número total de análisis efectuados en el país a personas sospechosas de tener la COVID-19 no se conoció oficialmente hasta el 3 de abril, debido a la demora y/o carga parcial de los datos en la plataforma informática del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud por parte de algunos laboratorios del interior del país. “A partir de la descentralización de los análisis, hubo laboratorios que cargaron en el sistema solo los positivos, y no los negativos. Se estuvo reforzando con los laboratorios de las 24 jurisdicciones que cumplen con la carga de datos”, explicaron desde el Ministerio de Salud de la Nación.

El 30 de marzo, esta cartera emitió la Resolución Nº 680/2020 que estableció la obligatoriedad para todos los médicos del ámbito público y privado, los laboratorios y las autoridades sanitarias provinciales y municipales de notificar la cantidad de testeos realizados, cada 12 horas en el sitio web de sistema. Hoy hay 51 laboratorios donde se está practicando el test de la COVID-19 y, hasta el 2 de abril, faltaba el dato de los testeos totales realizados por tres de ellos.

El 3 de abril, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzoti, informó que las muestras analizadas en Argentina hasta el día anterior eran 7.787. El número es superior a la cantidad de personas testeadas (6.931), porque incluye los análisis de seguimiento de los casos.

“Estamos en etapa de contención de la epidemia, en la cual el objetivo es diagnosticar los casos, aislarlos, identificar con quiénes estuvo el paciente infectado en contacto, y hacer el seguimiento de esa contención. El objetivo de máxima es testear a todos los que se pueda, pero depende de la disponibilidad de kits. Todo el planeta requiere kits y no se fabrican en el país”, señaló Lopardo ante la consulta sobre si es adecuada la política de testeo que está llevando adelante Argentina.

Descentralización de los análisis

Un total de 35 laboratorios de los 51 que hoy están haciendo el test del SARS-CoV-2 pertenecen al sistema sanitario público y reciben los reactivos para hacer el test adquiridos por el Ministerio de Salud de la Nación, ya que todos son importados. El proceso de descentralización de los análisis de laboratorios en distintas jurisdicciones comenzó el 28 de

marzo, cuando la cartera comenzó a repartir los 35.000 reactivos que adquirió. El ministro de Salud de Argentina, Ginés Mario González García, precisó que “no se distribuyeron antes porque no había” y aclaró que “la primera orden de compra salió el 23 de enero y no había stock” en ese momento en el exterior.

A su vez –según fuentes de la cartera de Salud– además de esos 35.000 kits de reactivos enviados a las provincias, hay otros 60.000 disponibles para la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) ‘Dr. Carlos Gregorio Malbrán’.

Los restantes 16 laboratorios con capacidad para hacer el análisis del SARS-CoV-2 son privados y compran los kits por su cuenta a alguno de los países que lo fabrican. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) ya aprobó 12 marcas de reactivos, importadas de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, España, Francia y Corea del Sur.

Según precisó González García, en los 51 laboratorios habilitados en el país “hay capacidad para hacer unos 3.500 exámenes por día”.2

El ministro pronosticó que “al aumentar la capacidad de diagnóstico en todas las provincias, seguirá creciendo el número de positivos en el país”. Asimismo, reiteró que “los casos reales son muchos más que los diagnosticados. El 80% de los que se enferman tienen síntomas leves y solo 5% de los que se internan presentan un cuadro complicado”.

Hasta la semana pasada, la definición de “caso sospechoso” para someter a una persona con síntomas al análisis del SARS-CoV-2 era más restrictiva y, por ende, se hacían menos testeos. Pero a partir de la existencia de transmisión comunitaria en al menos cinco distritos (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Chaco, Tierra del Fuego, Santa Fe y Córdoba), se amplió el rango de los sometidos al análisis de diagnóstico.

Además de los que tienen fiebre, tos, dolor de garganta, disnea, que estuvieron en el exterior o en contacto con alguien que vino de afuera o con diagnóstico confirmado de COVID-19, se incluyó como “caso sospechoso” a quienes tengan los síntomas y hayan estado o vivan en algunas de las zonas de transmisión local –ya sea comunitaria o por conglomerado–, así como a todo paciente con un cuadro de neumonía, y a todo el personal de salud que presente fiebre y algún otro problema respiratorio.

El test que se realiza actualmente para el diagnóstico del SARS-CoV-2 es el de reacción en cadena de la polimerasa (PCR), basado en un análisis genético. La prueba se realiza introduciendo un hisopo en la nariz del paciente y el resultado se obtiene en unas horas.

La tasa de letalidad

Al igual que varía el porcentaje de resultados positivos sobre el total de análisis practicados en función del volumen de la población testeada, la tasa de letalidad también depende del número de casos detectados a partir del análisis de laboratorio.

“Italia tiene una tasa de letalidad de más del 12% que es altísima, más allá de que tenga una población en promedio más vieja. Es mucho más alta que la de Alemania –que es de 1,5%–, aunque probablemente este país tenga un sistema de salud más sólido. Es muy factible que el motivo radique en que los italianos solo están testeando a los que presentan síntomas más serios, por eso la tasa de letalidad es tan alta”.

En Argentina la tasa de letalidad es del 3,08%; el país se ubica así en la posición 73 del ranking de fallecidos en relación a los casos detectados3. Italia está mucho más arriba con una tasa de 12,3%, por encima de España, que registra una tasa de letalidad de 9,5%.

En el otro extremo, Corea del Sur tiene una letalidad de 1,8%, con una tasa de recuperación de la población infectada de las más altas, de 56,3%.

En nuestro país, el porcentaje de recuperados a la fecha es de 21%. Según el último parte del Ministerio de Salud, sobre 1.265 infectados, ya recibieron el alta 266 pacientes.

de letalidad por países y global (sólo se han tenido en cuenta aquellos países que han superado los 1.000 casos). Año 2020. Fuente: Center for Systems Science and Engineering, Johns Hopkins Whiting School of Engineering.

Alemania tiene un porcentaje de muertos entre los diagnosticados con coronavirus aún más bajo que Corea del Sur, de 1,5%, y una tasa de recuperación de 24,11%. El país donde se originó el virus, China, registra una tasa de letalidad de 4,0% y, a su vez, informó la tasa de recuperación más alta del mundo con 93,48%.

De América Latina, la tasa de recuperación más alta la tiene Guatemala con 30,77%, seguido de Perú, que informó 29,78% de pacientes dados de alta del total de infectados confirmados.

Referencias

  1. Datos al 3 de abril de 2020.
  2. Argentina necesitaría hacer 2,4 millones de análisis de detección del SARS-CoV-2, para alcanzar la tasa de 53.577 estudios cada millón de habitantes que registra Islandia. A razón de 3.500 exámenes por día, se requieren aproximadamente 22 meses y medio para alcanzar esa meta.

Fuente: REC

Foto: freestocks on Unsplash

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